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jueves, 10 de noviembre de 2011

La historia de los celtas en galicia parte 3

Priscilianistas

Durante los siglos IV y V la Iglesia Católica eleva al cristianismo del rango de religión perseguida a religión oficial del Bajo Imperio. Esta nueva situación desata importantes luchas de poder en su seno, así como un notable grado de acomodación por parte de la jerarquía eclesiástica que no es bien visto por algunos sectores más afines a un cristianismo ligado a las clases más desfavorecidas. En la pugna por el poder, el imperio en declive se cruza con una iglesia reafirmada después del concilio de Nicea (año 325) y cada vez más presente en todos los territorios y capas sociales. Se producen, de hecho situaciones en las que el poder político es asumido “en funciones” por la tupida red funcionarial de sacerdotes al servicio de Roma. En ese contexto social convulso (bagaudas,circumcelliones…) y de vida político-religiosa cambiante surge en el noroeste peninsular un movimiento religioso que entronca con la corriente ascética antes mencionada: Oponiéndose a una Iglesia cada vez más acomodada y a una jerarquía tan opulenta como cada vez más elitista, en el año 379 dC comienza a predicar en la Gallaecia un personaje de gran carisma y atractivo popular llamado Prisciliano. De familia noble, es descrito por sus principales biógrafos como erudito y muy aventajado en la discusión. Inicia su formación en Burdigala (actual Burdeos), a cargo del retórico Delphidius (Elpidio). Allí funda la primera comunidad rigorista en la que se inspirará en años posteriores.
En torno al año 379 vuelve a Gallaecia y comienza un período predicante durante el que propugna y practica un cristianismo ascético (que incluye desde el vegetarianismo al celibato), incorporando a la liturgia elementos populares como el baile, o la celebración de eucaristías al aire libre. Propone la incorporación de colectivos tradicionalmente apartados de las sesiones de lectura de los textos bíblicos, como las mujeres o los esclavos, y admite la posibilidad de lectura e interpretación personal de textos apócrifos.
La propagación de las ideas de Prisciliano se produce con rapidez, y en todos los estratos sociales, extendiéndose en pocos tiempo a la Bética, la Tarraconense, e incluso más allá de los Pirineos, a la Aquitania. Algunos obispos favorables a Prisciliano (Instancio y Salviano) llegan a nombrarlo obispo de Abula (actual Ávila), a pesar de su condición de seglar, lo que acaba de desatar las suspicacias de varios obispos como Higinio de Corduba (actual Córdoba), Ithacio de Ossonoba(actual Faro, en Portugal) o Hidacio de Emerita Augusta (sede metropolitana, actual Mérida).
La intervención de esos tres obispos, en especial de Ithacio (quién da nombre al movimiento antipriscilianista conocido como “ithaciano”), provoca primero la convocatoria del Concilio de Caesaraugusta (actual Zaragoza) en el año 380 y posteriormente (en el año 382) la promulgación de un edicto del emperador Graciano, desterrando a los priscilianistas de sus sedes.
En ese año decide partir hacia Roma para contrarrestar la ofensiva de Ithacio. Allí, tras serle negada audiencia por el papa Dámaso se dirige al magíster officiorumdel emperador, en la corte de Mediolanum (Milán) y consigue la derogación del rescripto imperial (según sus detractores, mediante soborno).
A su retorno los priscilianistas recuperan sus iglesias e Ithacio resulta desterrado, decantándose la situación en la península a favor del movimiento reformador durante el siguiente año. En el 383 Magno Clemente Máximo asesina al emperador Graciano y se nombra nuevo imperator de occidente, ubicando la nueva corte imperial en Civitas Treverorum (Tréveris), donde Ithacio se encuentra desterrado bajo la protección del obispo local, Britto. Por una parte la Iglesia Católica se encuentra con una situación en las Hispanias de difícil manejo (un movimiento reformista, que algunos padres de la Iglesia como Agustín de Hipona, comienzan a considerar herético, pero avalado por un apoyo popular numeroso e incluso por varios obispos supuestamente leales a Roma). Por otra parte Teodosio, emperador de los territorios orientales recela del usurpador Máximo, por lo que este busca apoyos en el sector más ortodoxo de la jerarquía eclesiástica con el fin de afianzar su nombramiento.
La situación geopolítica es idónea para lo que acaba sucediendo: tras un sínodo en Burdeos, de nuevo con el fin de condenar el priscilianismo, se instaura un proceso civil contra los principales cabecillas del movimiento religioso, bajo la acusación de brujería. Las causas de esta imputación se pueden atribuir a las consecuencias derivadas de la aplicación de la ley romana: una condena por herejía obligaría a Máximo a confiscar las propiedades eclesiásticas de los reos, en la práctica muchos templos y propiedades de la Iglesia Católica en las Hispanias. El cargo de maleficium, en cambio, supone el embargo de las propiedades particulares de los acusados (muchos de ellos de familias pudientes) sin afectar a las propiedades eclesiásticas, lo que resultaba mucho más lucrativo y diplomáticamente adecuado a Máximo en su situación.
Así las cosas, en el año 385 se ejecuta la sentencia, tras confesión por tortura de los líderes, siendo decapitados el propio Prisciliano y varios discípulos suyos: Felicísimo, Armenio, Eucrocia (la viuda de Elpidio), Latroniano, Aurelio y Asarino. Se convierten así en los primeros ajusticiados por la Iglesia a través de una institución civil.
Ese es el fin de Prisciliano, pero no del priscilianismo. Según Sulpicio Severo, “Por lo demás, ejecutado Prisciliano, la herejía que se había extendido bajo su influencia no sólo no fue reprimida, sino que, reafirmándose, se propagó aún más. Pues sus seguidores, que lo habían honrado antes como a un santo, después comenzaron a venerarlo como a un mártir”.
La condena y ejecución de los priscilianistas suscitaron un notable impacto en la época, originando las protestas del propio obispo de Roma, Siricio, o Martín Turonense, quien se dirigió a la corte logrando la revocación del prescripto. Esto haría posible que en 393 un grupo de galaicos llegara a Tréveris para exhumar solemnemente sus restos.
Basándose en el viaje realizado por sus discípulos con el cuerpo de los decapitados en Tréveris de vuelta a la Gallaecia diversos autores han planteado la posibilidad de que en la Catedral de Santiago de Compostela esté enterrado el hereje galaico, y no el apóstol bíblico. Posteriores descubrimientos arqueológicos avalan que sea Santiago el Mayor el enterrado en ella.
Dos concilios sucesivos en Toletum (Toledo), en el año 396 y en el año 400 consiguen que los seguidores de Prisciliano abjuren de sus ideas y declaren haber abandonado los errores de la secta, pero la constatación de la pervivencia de costumbres priscilianistas (consagración de la eucaristía con leche y uvas, ayuno, la presencia de clérigos con el pelo largo...) obliga a intervenir al Papa Inocencio que sanciona la Régula fidei contra omnes hereses, máxime contra priscillianistasen el año 404, y a la celebración en años sucesivos de nuevos sínodos, como los de Braga en los años 561 y 567, o el IV concilio de Toledo (683) en el que se condena, como lacra priscilianista, el “delirante pecado” de no cortarse el pelo de la clerecía gallega, revelando la larga pervivencia de, al menos, ciertas manifestaciones litúrgicas inspiradas en el movimiento religioso desarrollado por Prisciliano.


Edad Media


Suevos

Con la caída del Imperio romano y la invasión de los pueblos germánicos, el territorio de Gallaecia forma parte de los foedus que efectúan los diferentes pueblos invasores. Los suevos, 30.000 individuos de los que solo 8.000 eran varones con capacidad para luchar, se concentran entre el Duero y el Miño, en la zona de influencia de Bracara Augusta (Braga). Llegaron en el año 409, nombrando rey a Hermerico (409-438), que firma un foedus con Roma en 410 por el que los suevos establecen su reino en la provincia romana de Gallaecia y aceptan al emperador de Roma como su superior. Hermerico cede el trono a su hijo Requila (438-448), que realiza campañas militares por toda la península solo posibles por la unión entre suevos y galaicos y la total independencia de Roma. Le sucederá Requiario(448-456). Este último adoptará el catolicismo en el 449 lo que favorecerá la integración con la población galaico-romana y hace del reino suevo un ejemplo que seguirán más tarde francos y visigodos. En 456 se produce la batalla del río Órbigo, que enfrentará a visigodos y suevos, con la derrota de estos últimos y que tendrá como consecuencia el asesinato de Requiario y la vuelta al arrianismo.
Tras la derrota frente a los visigodos, el reino suevo se dividirá y gobernarán simultáneamente Frantán y Aguiulfo. Ambos lo harán desde 456 hasta 457, año en el que Maldras (457-459) reunificará el reino para acabar siendo asesinado tras una conspiración romano-visigoda fallida. A pesar de que la conspiración no consiguió sus auténticos propósitos el reino suevo se vio nuevamente dividido entre dos reyes: Frumario (459-463) y Remismundo (hijo de Maldras) (459-469) que reunificaría nuevamente el reino de su padre en 463 y que se vería obligado a adoptar el arrianismo en 465 debido a la influencia visigoda. Tras la muerte de Remismundo se entra en una época oscura que durará hasta 550, en la que desaparecen prácticamente todos los textos escritos. Lo único que se sabe de esta época es que muy probablemente Teodemundo gobernó la Suevia.
En estos momentos se produce el último aporte étnico significativo con la llegada a la costa norte de celtas bretones que se asientan en el norte de las actuales Galicia y Asturias bajo la autoridad de un obispo propio. Estos contingentes que huyen de las invasiones anglosajonas establerán una diócesis en Bretoña, antecedente de la actual Mondoñedo y participarán en los concilios suevo-galaicos (obispo Maeloc)
La época oscura terminará con el reinado de Karriarico (550-559) que se convertirá nuevamente al catolicismo en 550. Le sucederá Teodomiro (559-570) durante el reinado del cual tendrá lugar el 1.º Concilio de Braga (561).Estos concilios suponen un avance en al organización del territorio (parroquiale suevum) y la cristianización de la población pagana (de correctione rusticorum) bajo los auspicios de San Martín Dumiense o de Braga. Tras la muerte de Teodomiro, Miro(570-583) será su sucesor. Durante su reinado se celebrará el 2.º Concilio de Braga (572). Aproximadamente en el 577 se inicia la guerra civil visigoda en la que intervendrá Miro, que en 583 organizará una expedición de conquista a Sevilla que sin embargo fracasará. Durante la vuelta de esta fallida operación el rey encuentra la muerte. En el reino suevo comíenzan a producirse muchas luchas internas. Eborico (también llamado Eurico, 583-584) es destronado por Andeca (584-585), que falla en su intento por evitar la invasión visigoda dirigida por Leovigildo, que se hará efectiva finalmente en 585, convirtiéndose el rico y fértil reino suevo en una parte más del reino godo.
Bajo los visigodos, la Gallaecia será un espacio bien definido gobernado por un dux propio emparentado con la monarquía y que lo hará como un príncipe asociado a ella (casos de Wamba y Vitiza, que incluso acabarían siendo reyes en Toledo). Precisamente serán los vitizianos enfrentados a D. Rodrigo los que, acantonados en el noroeste llamarán como aliados a los árabes en su pugna por el poder (711).

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