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jueves, 2 de agosto de 2012

Los Celtas

Las guerreras celtas

Las mujeres celtas tenían un desarrollado gusto por la coquetería. Llevaban sus cabelleras trenzadas, usaban muchos adornos y hasta cosían pequeñas campanillas en sus ropas a fin de llamar la atención. Se maquillaban con una hierba llamada "ruan" y con jugo de bayas.

Pero estas misma mujeres, mantenían una estrecha relación con los hombres de la tribu, trabajaban desde su niñez y aprendían el manejo de las armas a corta edad. Debido a su vida de viajeras, estaban preparadas para el combate y para defenderse tanto de serpientes como de osos.

La mujer ocupa un lugar de gran importancia en el mundo celta hasta el punto de que dioses y héroes reciben, en muchas ocasiones, el nombre materno. Madres, esposas, hermanas, amigas y amantes, también sabían luchar en la batalla; entendían de leyes, dirigían hogares, trabajan el campo, se experimentaban en la lucha; conocían las ciencias de la magia, la poesía y la escritura. Su situación era de igual a igual, respecto al hombre, en la sociedad celta, una característica que recuerda mucho a la posición de la mujer en el antiguo Egipto, muy similar al caso de las mujeres celtas. Se confiaba mucho en sus conocimientos del mundo natural, con independencia de la indiscutible sabiduría druídica; no tenían tabúes en el campo de la sexualidad y defendían a sangre y fuego a su pueblo en caso de ser atacados por algún enemigo. La multiplicidad de diosas que cuenta el mundo celta demuestra la importancia de la mujer en su sociedad, sin robarle la suya a los varones.

En el caso del origen de los Tuatha Dè Dannae, se les conoce como los hijos de la diosa Danu. Los hijos de la diosa DANA.

En todas las culturas precélticas indoeuropeas el papel de las diosas-madre fue básico. Las primeras diosas madre simbolizaron la fuerza de la tierra para cubrir las necesidades de los hombres; concedía fertilidad, acompañaban a los hombres en su soledad, les sanaban en caso de mala salud.

El Sanas Cormaic irlandés la llaman ANA a DANA

En Killarney, Munster, se elevan dos colinas a las que se les dio el nombre de Da Chích Anann o “los dos pechos de Ana”, en alusión a su tarea nutricia. La propia Irlanda fue llamada îat Anann. En muchos monumentos megalíticos suelen representarse sus atributos: el hacha, que representa la autoridad sacrificial; el cayado de pastor, como guía y la serpiente, como fuerza fecundadora. También hay en sus cercanías animales con cuernos como ciervos, vacas, toros, bueyes, carneros, al ser tribus que conseguían buena parte de su alimento con la caza. Los Tuatha recibieron a esta diosa madre Dana, o Ana, como herencia de otras culturas más antiguas, extendiéndose luego por todo el mundo celta.

Los celtas conservaron, pese a su arrolladora masculinidad y una organización básicamente patriarcal, una indiscutible devoción hacia Dana, la dama de los dólmenes, como madre de todos los dioses. Los relatos populares la consideran como reina de las hadas, de los enanos o korrigans, a cuyo cuidado estaban confiadas enormes riquezas subterráneas. La consideraban, en resumen, la gran regidora de un inframundo misterioso y, en ocasiones, hasta mortal. Hay quien dice que era esa anciana de aspecto terrible, hechicera implacable pero también bienhechora que no desdeñaba echar una mano a quienes lo necesitaban, si demostraban que tenían buen corazón. La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, mateniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad, y protectora bajo los auspicios de la luna. Los gaélicos la bautizaron con los nombres de Brigantia y Gwen.

Fueron muy consideradas en muchos aspectos y eran tan buenas guerreras como los hombres, con los mismos valores en la lucha que ellos, siendo usual que luchasen codo con codo, muy temidas por su valentía y fuerza, no se las vencía físicamente con facilidad; sin embargo sus mitos, sus creencias, no fueron destruidas por los romanos en la lucha, sino por los cristianos.

Las mujeres celtas tenían una participación activa en las actividades políticas y militares. Participaban en las asambleas y tenían los mismos derechos y obligaciones en la mayoría de las tribus. Mujeres que en la guerra precedían a los hombres en la lucha, a veces como fieras desnudas gritando y aullando, haciendo sonar diversos utensilios e insultando al enemigo con palabras hirientes, empuñando teas e imitando a la diosa guerrera “La Morrigan” con sus hechizos para la victoria. Y si iniciada la lucha, el hombre que a su lado estaba, caía herido o muertos por las armas enemigas, ella lo reemplazaba.

Las conquistas romanas y la inmersión en su mentalidad por parte de casi todos los pueblos celtas, excepción hecha de Irlanda y las altas Tierras Escocesas, se perdió considerable y notablemente la visión particular que se tenía de la mujer, no solo ya, en sus aptitudes guerreras, sino como ser viviente.

Ammanianus Mercellinus, dijo sobre las mujeres celtas: "Unas lobas en celo no lucharían tan rabiosamente para proteger a su camada como ellas..."

Los romanos, en su mayoría consideraban a la mujer como portadora de niños o simples objetos de placer. Como mucho, se la tenía en cuenta como ser capaz de dar continuidad a la “gens” romana. Sin embargo, y decididamente la función de la mujer como guerrera ya con la cristianización, perdió toda su importancia, y le fue arrebatada esa posibilidad.










El modelo de la mujer celta enfrentaba al modelo grecorromano primero y al judeocristiano después. Nadie mejor que los romanos para decirnos lo que provocaba en ellos la mujer celta.

Tácito en su relato de la toma de Mon la menciona como "desgreñadas mujeres de negro ropaje, cual furias blandiendo antorchas".

Amiano Marcelino (330-395 d.c.) la describe, rápida en pasar de la discusión a la violencia física dice: "El cuello hinchado, los dientes rechinantes y blandiendo los enormes brazos cetrinos...,daba puñetazos a la par que patadas, como si fueran los proyectiles de una catapulta". En otras líneas hace referencia a su valor. "Una patrulla entera de extranjeros -dice- no podría resistir el ataque de un sólo galo, si este se hiciera acompañar y ayudar por su esposa. Estas mujeres son, generalmente, fortísimas, tienen los ojos azules, y cuando se encolerizan hacen rechinar los dientes, y moviendo los fuertes y blancos brazos comienzan a propinar formidables puñetazos, acompañados de terribles patadas".

Julio Cesar se refiere a ellas diciendo: "Una hembra celta iracunda es una fuerza peligrosa a la que hay que temer, ya que no es raro que luchen a la par de sus hombres, y a veces mejor que ellos"

Plutarco cuenta que en la batalla de Aix-en-Provence (102 antes de la E. Común.), que se entabló entre las tropas de César y la los celtas de la región, las mujeres galas resultaron ser unas decididas guerreras. Armadas con espadas y hachas, eructando de cólera, se arrojaban sobre el enemigo romano y sobre el galo que huía, para obligarle a combatir. Nos relata también una significativa historia de algunos jefes galos, de la tribu de los volcas tectósagos, firmando un pacto con las tropas cartaginesas de Aníbal cuando éste atravesó la Galia, camino de Roma. Una cláusula estipulaba que, en caso de agravio de los galos contra los cartagineses, los gobernadores cartagineses serían los jueces, pero si el agravio era de los cartagineses contra los galos, serían las mujeres galas las que lo juzgaran. Plutarco, en su tratado de virtudes femeninas, cuenta varias anécdotas sobre mujeres celtas. Una mujer celta de nombre Kinimara, o Chiomara, esposa de Ortagion de los celtas tolistoboios, entre los celtas gálatas fue capturada por los romanos y un centurión la violó. Una vez liberada tras un rescate. Al informarle a su marido que había sido ultrajada y violada, le presentó al mismo tiempo la cabeza del romano violador.

Respecto a la permisividad sexual de la que habla Julio Cesar en "La guerra de las Galias" en la que menciona la costumbre británica de compartir una mujer entre varios hombres, Dión Casio (150-225 d. de C.) documenta una entrevista entre Julia Domna, esposa del emperador Severo (193-221 d. de C.) y una mujer caledonia. La patricia habla sobre la libertad con que las mujeres de su pueblo conceden lo que los celtas llamaban "la amistad de los muslos". A lo que la caledonia responde que los modos de su pueblo son superiores a los de los romanos puesto que en su pueblo todo se hacía de una manera directa y abierta. Ellas, las mujeres de su pueblo podían juntarse descaradamente con el más magnífico de los hombres mientras que las romanas, con el secreto que sus falsos valores que la respetabilidad imponía, tan sólo podían encontrar amantes entre aquellos a quienes no arredraba complacerse en alianzas furtivas.

La mujer en la vieja Irlanda- único lugar del mundo celta que nunca fue visitado por las legiones romanas, mantiene su independencia hasta el siglo XII, y a los fines prácticos unos tres siglos más- estaba casi en un plano de igualdad con el hombre. En particular las mujeres importantes no solo imponían esta igualdad, sino también en algunos casos su superioridad. La mujer permaneció emancipada y fue a menudo elegida por su profesión, rango y fama.

Las antiguas leyendas hablan de mujeres sabias, médicas, legisladoras, druidesas, poetisas, lo cual implica que en aquel tiempo no había nada inusual en que las mujeres ocuparan estas posiciones dentro de la sociedad. "The Brehon Laws" decían que el hombre tenía la jefatura en el matrimonio; pero no es el dueño de su mujer puesto que el matrimonio sólo es un contrato entre ellos. El Crith Gablach sentó un edicto discutiendo acerca de los privilegios de un hombre de clase noble "A su mujer pertenece el derecho de ser consultada sobre cada asunto".

Tampoco eran excluidas del privilegio de la educación, existen numerosos registros de esto. San Mugint funda una escuela en Escocia en el siglo VII en la que estudiaban tanto muchachas como jóvenes. A la escuela de San Finian en Clonard, en el siglo VI asistían mujeres. En el año 932, los Anales de los Cuatro Maestros registran la muerte de Uallach, la hija de Muinnechan, "la más grande poetisa de Irlanda".

También hubo gobernantas y esposas de gobernantes que hicieron sentir su peso en la historia, como también guerreras.

Antes del matrimonio la mujer era cortejada y conquistada como un ser superior, y en el ejercicio de sus privilegios podía desdeñar, mirar con enojo atenciones hasta de reyes y príncipes, eligiendo a quien quisiera. Luego del matrimonio ella no era propiedad de su marido, eran compañeros en una aventura matrimonial. La esposa permanecía como dueña exclusiva de sus propiedades, tampoco las propiedades habidas juntamente o poseídas por ambos podían ser vendidas o cedidas por el marido, sus derechos sobre los bienes comunes eran iguales y para disponer de ellos era necesario el voluntario consentimiento de ambos. La mujer casada podía proseguir con un caso legal, podía ser titular de derechos y demandar a sus deudores. Cuando se reclamaba sobre las cosas de un deudor, ella embargaba las cosas apropiadas para mujeres, artículos tales como husos, espejos, etc...

En la herencia de la tierra el varón era preferido, sin embargo la mujer tenía COIBCHE, porción matrimonial, más allá de su estado. El primogénito/a heredaba, sin condescendencia de ser hijo o hija, pero en virtud de su posesión tenía que aprovisionar y pagar un guerrero cuando se pagaban tributos militares.

El COIBCHE, tinnscra o tochra de una mujer aunque usado a veces como dote, fue más propiamente el precio que el novio pagaba al padre de la novia o a la novia. Las viejas leyes decían que se pagaba en plazos anuales. Iba para el padre de la novia el total del primer año, dos tercios el segundo año, la mitad del tercer año y así decrecientemente; para la esposa iba el resto. Había otro pago llamado TINOL, un regalo colectivo dado por los amigos a la pareja, del mismo el hombre tenía derecho a dos tercios, y la mujer a uno. En los casos de separación legal, se decretaba el derecho de la mujer de quedarse con toda su porción del matrimonio y los regalos de boda, más otra cantidad por daños.

Se sabe que la mujer podía ser extremadamente rica, en una cámara funeraria hallada en 1953 en Vix, cerca de Chantillon-sur-Seine en Borgoña, que contenía el cuerpo de una princesa secuana se hallaron objetos procedentes de lugares desde el Báltico hasta el Mediterráneo, brazaletes, collares de perlas, etc...

La riqueza iba unida a la autoridad, y si sucedía que la esposa era la más rica se la aceptaba como cabeza de familia y dominante. Tal es el caso de Cartimandua, reina de los brigantes, que demuestra esto por el trato que le diera a su marido, el guerrero Venutius, a quien rechazó para otorgar sus favores a uno de sus caballeros, Vellocatus.

También podían ostentar mando militar, un ejemplo de esto es el caso de Boadicea, o Boudicca -"Victoria"-, reina y capitana de los ícenos británicos. Ella fue quien rompió las filas de la IX legión romana con su cuádriga de ejes cortantes. Se sabe que este no es un caso aislado debido a la cantidad de armas y armaduras encontrados en los enterramientos de mujeres. Existieron mujeres guerreras en el mundo celta hasta que se dictaron leyes que lo prohibían en el año 697 por la influencia de San Adamnan, y posiblemente esta práctica haya continuado por dos siglos más luego de la sanción de las leyes.

Además de guerreras, podían ser instructoras de armas. El héroe del Ulster, Cuchulain, fue entrenado por la amazona Scáthach que vivía en la Tierra de Sombras y enseñaba a los héroes jóvenes que iban a verla grandes proezas. Dice la leyenda que cuando llego encontró a muchos hijos de los príncipes de Irlanda que habían ido allí a aprender el arte de la guerra.

Otro caso que nos brinda la mitología es el de la reina Medb -Medbh, o Maeve- Reina de Connaught, que tiene por esposo al rey Aillil, pero es ella quien detenta la soberanía (que por otra parte siempre es femenina, los nombres de Irlanda: Fotla, Banba, Eriu corresponden a tres diosas que son una, con las que deben casarse los tres reyes de los Tuatha dé Danann, raza mítica de Irlanda, para poder reinar). El número de sus amantes es incalculable puesto que ella prodiga "la amistad de los muslos" a todos los guerreros que desea obtener para su servicio. Su imagen hoy es la de la prostituta divina que dispone de la soberanía a su antojo.

Se desprende de toda la saga mitológica un profundo recelo hacia la mujer, el temor está presente en muchas de las leyendas. En el caso de los relatos de viaje irlandeses en los que los hombres son tentados por maravillosas mujeres a viajar al país de los vivos, y tan grande es el poder de estas mujeres que la magia del druida no puede hacer nada contra esta atracción (ver relato de la aventura de Connle el Rojo). Cuando la "Dama del Lago" el hada Viviane sonsaca a Merlín sus conocimientos mágicos, él es incapaz de salvarse.

Las mujeres tenían el poder del geis sobre los hombres, el geis es una proscripción mágica impuesta generalmente a un héroe o un rey. La mujer puede imponer el geis, y está obligada a ello si entran en juego sus deseos sexuales. En una oportunidad Uathach, hija de Scáthach, va a la cama de Cuchulain y él la echa, ella responde imponiéndole un geis para que le permita quedarse. También es muy frecuente que sea la mujer quien obligue al hombre a quebrantar el geis.

En cuanto a las druidesas, muchos autores niegan su existencia debido a no haber sido mencionadas por algunos historiadores de la época como Julio Cesar, si bien hay que tener en cuenta que Julio Cesar nunca llegó a las islas, de donde parecen provenir los relatos acerca de sacerdotisas mujeres. En cambio Pomponius Mela hace un relato acerca de ellas de cuando acompañó a Adriano a las islas británicas "...había en la alta Caledonia mujeres sacerdotisas llamadas Bandruidh que, al igual que los druidas varones están divididas en tres categorías..." y sigue con un detallado relato acerca del lugar que ocupaban socialmente y las funciones que ejercían. Strabo de Pontus relata un sacrificio múltiple ejecutado por druidesas en el norte de Irlanda.

Es interesante tener en cuenta respecto a esto a las conhospitiae, mujeres administradoras de la comunión. Este hecho, diferencia particularmente a la iglesia celta que imprimió su propio sello como en todos los órdenes. En el sínodo celebrado en Whitby se decidió que prevalecería la usanza católica romana a la céltica y se modificó la fecha de la Semana Santa. Sin embargo la Iglesia escocesa mantiene su independencia hasta el siglo XI. El empleo de las conhospitiae, condenado por los católicos, continuó luego del sínodo, hecho que fue demostrado por las denuncias que hicieron los obispos de la provincia de Tours en el siglo VI en cartas escritas al clero bretón. Difícilmente se hubiera incurrido en esta práctica de no mediar un antecedente. En "la vieja vida de Brígida" se menciona que Santa Brígida fue consagrada como obispo "por equivocación". Dato que desaparece en las biografías posteriores.

Fue una característica propia de los celtas la de imprimir su sello, tenían la capacidad de convertir en algo individual y propio cada modelo recibido de las distintas culturas con las que entraron en contacto.

Es evidente que el tema es apto para una investigación más profunda, sólo se trató a través de este trabajo dar una visión general de aquellas mujeres tan diferentes de las mujeres del modelo grecorromano y que aunque poco reconocida también dejaron su herencia.

Si hacemos un somero repaso en forma de síntesis, de lo que pudo representar la figura femenina y, por tanto, la mujer en las sociedades celtas paganas, se observa que el papel que representaron en ella fue notable y digno de análisis y estudio, por la diferenciación, peculiaridad y singularidad con sus congéneres de otras sociedades paganas coetáneas en la Europa antigua.

El concepto celta de la mujer difirió considerablemente del que tuvieron griegos y romanos. Las funciones que desempeñaron rompían esquemas, causando impacto y asombro entre aquellos escritores o historiadores contemporáneos de los celtas que dejaron sus impresiones escritas, tras haber tenido trato y conocimiento del rol que desempeñaban esas mujeres en sus sociedades.

Para iniciar este sobrio análisis, mencionaremos el culto que casi todo celta dispensaba a las divinidades femeninas, que fue uno de los pilares de la espiritualidad celta pagana. Divinidades de aspecto femenino o representando ser de este género, las hallamos en toda tribu celta, insular o continental. Deidades con nombres femeninos como Brigit, Dana, La Morrigan, Macha, Rhiannon, Ainé, Epona, Cerridwen, Arianhrod y un larguísimo etc. Corrobora dicha importancia. Además, con el genérico nombre de Diosa Madre, con todos sus homónimos, con todas sus formas y aspectos, representaba el flujo de la vida, el nacimiento, la muerte y la regencia y regeneración de la Tierra. Y todo ello sin mencionar las variadas leyendas y cuentos donde la fémina celta es protagonista.

La impresión general que se obtiene de la mujer celta de antaño, fue que ocupó un privilegiado lugar si lo comparamos con otras mujeres de otras sociedades de la época en que vivieron. Su importante función y desarrollo les llevó a ser equiparadas casi en igualdad a los hombres, según lo que entendemos hoy en día por igualdad de derechos y obligaciones. Y aunque, evidentemente, falta el “casi”, de lo que no cabe duda es, que por lo menos hasta las invasiones romanas y posteriormente hasta la entronización del cristianismo, gozaron de un estatus social que gracias a él, podríamos considerarlas las más libres e independientes del orbe europeo conocido. Por encima, en derechos a las mujeres helenas o romanas, por encima a las germanas y por encima a las de los pueblos que en su nomadismo asimilaron. Ya los nombres de Irlanda: Eriu, Fotla, y Banba corresponden a una tríada de diosas, con las que debían emparejarse los dirigentes de los Tuatha dé Danann, para poder gobernar.

Analizar hoy esta peculiaridad celta pagana, no es un simple recuerdo arcaico o una lección de historia antigua, sino que quizás podríamos sacar alguna idea provechosa y hasta ponerla en práctica. No estoy recomendando reincidir en los aspectos matriarcales o incluso patriarcales de sociedades antiguas. Ni de que unos u otros deben ostentar un hipotético dominio hoy en día, para que todo pudiera funcionar “mejor”. Pienso que en este apartado sobre dominios y poderes de un género sobre otro, es algo demasiado moderno, para achacárselo a una sociedad hoy desaparecida y seguramente tal concepto no formaba parte de las pretensiones de hombres y mujeres en el ámbito celta pagano, al menos.

Mas que prerrogativas, yo diría, que la mujer celta, poseía cualidades, facultades y capacidades. Y por supuesto entendía perfectamente en que se basaba y cuales eran los pilares de su sociedad: Familia, clan y Tribu, y eso era, no sólo lo importante, sino lo vital para la supervivencia, en una época en la que ésta, era una cotidiana y deseada meta. La mujer celta, ajena a los planteamientos feministas actuales, no por mejores o peores, sino por inexistentes, sabía que era la única del género humano que podía dar vida, parir, como potencial que toda hembra no estéril posee. Eso le confería la certeza de que era el escalafón más esencial de su tribu. Sin descendencia, no había, familia, ni clan, ni tribu, ni nada. Con escasa descendencia, podía su tribu ser menos numerosa, poseer menos recursos, menos manos para cultivos o guerras, que otras y caer bajo el dominio de gentes hostiles.

Pero con mucha descendencia, venía la superpoblación, la insuficiencia de recursos, las migraciones etc. Así pues, eran las portadoras del equilibrio para el buen funcionamiento de su sociedad. Pero también entendía que sin el hombre, todo lo que ella pudiera aportar, no servía de gran cosa. Y en esto radicó esa estrecha colaboración entre ambos géneros, sin plantearse quien era más esencial, pues ambos lo eran.

Esencial era el hombre, cuando salía a cazar o guerrear y permanecía días o incluso largos períodos ausente de su tribu o aldea, dejando en ella a mujeres, niños y ancianos. Y volvía con la necesaria caza o pesca o habiendo rechazado una incursión hostil o evitando el robo de un apreciado tesoro, vital, como era el ganado.

Primordial era la mujer, cuando permanecía en la aldea al cuidado de propiedades, ganados, cultivos, niños y ancianos, defendiéndolos en caso necesario, pues no olvidemos que ella era adiestrada desde la infancia en el manejo de armas y en técnicas combativas.

la leyenda de Cuchulainn que fue adiestrado por Scathach o Scatagh posteriormente el héroe irlandés luchó contra otra guerrera, hermana enemistada de Scatagh, llamada Aiffé, una terrible luchadora, venciéndola.

Igualmente, se podrían mencionar a las diosas guerreras de todo el panteón céltico, como La Morrigan, Macha, Badb, Maedb o Mebd de Connacht.

En un parte de esa leyenda, registrada en el Libro del Táin Bó Cuailgne (El robo del toro de Cooley) que por otra parte es una de los libros principales de la literatura medieval irlandesa, hay una discusión en el lecho entre esta reina irlandesa y su último rey-esposo Aillil, donde se explica la relación que había entre éste y Medb, la reina. Ella era quien lo había elegido y no él a ella; Medb era la reina del país y, antes de Aillil, dos hombres llegaron a ser reyes por su matrimonio con ella, y sólo matando al segundo en combate, se convirtió en el tercer esposo y rey. Maeve o Medb fue la reina guerrera de Connacht que inició la guerra contra el Ulster, para conseguir el famoso toro de los Ulates. Junto a él conservó Medb otros hombres, a los que otorgó la «amistad del muslo».

También existen otras leyendas sobre mujeres guerreras como la de la guerrera campeona Criedne, entre los rudos Fianna, que fue una de la muchas, pero poco conocidas “banfennid”. Cuando hombres y mujeres abandonaban la Tuatha, por quedar proscritos, por vivir lejos de todos o simplemente por buscar aventuras se asociaban a la “Fennidecht”. Un “Fennid” era un fuera de la ley y dentro del ciclo llamado Ossiánico, se nos cuenta las aventuras y desventuras de sus máximos personajes como el ya conocido Fionn Mac Cumhall, que aparece como “Rigfennid” (jefe Fennid), es decir, jefe de los proscritos. O se podría también mencionar a “Nessa” la bannfenid, madre del conocido Conchobar Mac Nessa, quien prefirió tomar el nombre de su madre (Mac Nessa, hijo de Nessa (Ness-Assa). Podríamos relatar la leyenda de Mis, la denominada muchacha-fiera, otra bannfennid, o hablar del combate entre Cormac Mac Art y la guerrera Coinchend Cenfada hija de “Conchruth Cabeza Roja y de Coinchiud Cabeza de Perro.

O la campeona Estiu que aparece en las “Aventuras de Suibhne Geilt”, un romance del medievo irlandés. O según las leyendas irlandesas el 67ª rey, en este caso reina, también guerrera de Irlanda entre 377 y 331 antes de la Era Común. Hija de “Aed Ruadh”, fue llamada Macha la del pelo Rojo o “Macha Mong Ruadh”. Si rebuscamos en las leyendas, seguramente aparecerán otras mujeres que tuvieron como oficio o se vieron obligadas, tomar las armas. Dejándo a parte la leyenda, a este respecto, podemos citar relatos de antiguos enemigos de los celtas, cuando hablaron del arrojo en combate de esas mujeres. Mujeres que en la guerra precedían a los hombres en la lucha, a veces como fieras desnudas gritando y aullando, haciendo sonar diversos utensilios e insultando al enemigo con palabras hirientes, empuñando teas e imitando a la diosa guerrera “La Morrigan” con sus hechizos para la victoria. Y si era preciso, mostrando sus nalgas como ademán despectivo al enemigo, al puro estilo celta. Y si iniciada la lucha, el hombre que a su lado estaba, caía herido o muertos por las armas enemigas, ella lo reemplazaba.

Publio Cornelio Tácito, historiador romano, en su relato de la toma de la isla de Mona, que significa isla de la enseñanza (Anglesey, Môn, Gales) santuario druídico, que fue atacado por el romano Suetonio Paulino, que invadió, mató a los druidas hombres o mujeres y acto seguido taló toda la isla que era un bosque enorme, pues Tácito menciona a las celtas que allí había, como "desgreñadas mujeres de negro ropaje, cual furias blandiendo antorchas". Y también dice en sus “Anales”, refiriéndose a Boudicca, que no era la primera vez que los britanos eran conducidos a la batalla por una mujer.

El historiador griego, pero admirador de Roma y a su servicio; Apiano, cuenta como el general romano Décimo Junio Bruto el año 136 a. de la Era Común "marchó contra los de Braga... (bracarenses, en la zona de Galicia), que son una gente en la que también las mujeres hicieron armas... y combatieron, y murieron valerosamente y mataban a sus hijos con sus propias manos..., prefiriendo la muerte a la deshonra".

También existen otras leyendas sobre mujeres guerreras como la de la guerrera campeona Criedne, entre los rudos Fianna, que fue una de la muchas, pero poco conocidas “banfennid”. Cuando hombres y mujeres abandonaban la Tuatha, por quedar proscritos, por vivir lejos de todos o simplemente por buscar aventuras se asociaban a la “Fennidecht”. Un “Fennid” era un fuera de la ley y dentro del ciclo llamado Ossiánico, se nos cuenta las aventuras y desventuras de sus máximos personajes como el ya conocido Fionn Mac Cumhall, que aparece como “Rigfennid” (jefe Fennid), es decir, jefe de los proscritos. O se podría también mencionar a “Nessa” la bannfenid, madre del conocido Conchobar Mac Nessa, quien prefirió tomar el nombre de su madre (Mac Nessa, hijo de Nessa (Ness-Assa). Podríamos relatar la leyenda de Mis, la denominada muchacha-fiera, otra bannfennid, o hablar del combate entre Cormac Mac Art y la guerrera Coinchend Cenfada hija de “Conchruth Cabeza Roja y de Coinchiud Cabeza de Perro.

El geógrafo Estrabón, refiriéndose a las tribus que habitan el Norte de la Península Ibérica, habla de su valor, tanto de las mujeres como de los hombres, comparando, de manera explícita, a las mujeres de esa región con las mujeres de los escitas, que eran guerreras.

También existe constancia de la guerrera celta Onomaris, que al parecer luchó contra Ilirios por los Balcanes, estableciendo algún asentamiento como Singidunum( actual Belgrado) y posteriormente encabezando una marcha hacia las tierras de la península ibérica.

Cuando algunos celtas britanos fueron llevados a Roma como cautivos, durante el reinado del Emperador Claudio, ellos automáticamente asumieron que su esposa, la joven Agripina, era la dirigente, ignorando al Emperador y ofreciéndole su sumisión a ella

Y reseñar, a las ya conocidas y famosas Castimandua y Boudicca.

En año 51 de la Era Común, la reina de los brigantes, Castimandua, cuyo reino era un protectorado de Roma, envió a los romanos, a Caratacos o Caradoc o en galés Caradawc preso. Este era el caudillo de la coalición de las tribus de los silures, atrebates y trinobantes, que dirigía junto a su hermano Togodumnos, hijos ambos de Cunobelinos o Cynfelyn en galés, que se habían rebelado contra Roma, y que tras ser vencido por los romanos había huido hacia el Norte, hacia el reino de Castimandua.

En la sociedad celta las mujeres gozaban de mayores derechos y estatus que mujeres de otras culturas en la misma época. Varios escritores latinos y griegos nombran a las Dryades o mujeres druidas, un tema que queda confirmado por las fuentes celtas.

A diferencia de las mujeres Griegas – consideradas un bien heredable – o las Romanas – controladas absolutamente por su padre o tutor, su esposo o su hijo, aunque con mayor libertad de movimiento que las mujeres Griegas -, la mujer Celta podía llegar a tener la máxima autoridad (p.ej. Boudicca, reina de los Icenos, líder guerrera de las tribus del sur de Britania). Según Dion Casio, Boudicca era Sacerdotisa de la Diosa Andrasta , Diosa de la Victoria.

Pudiera ser que Boudicca fuera druida además de reina. Las reinas guerreras abundan en las historias de los Celtas: Medb de Connacht, que mató personalmente al héroe Cethern en combate; Scàthach, campeona guerrera, instructora del heroe Cúchúlainn. Su hermana Aoife, otra famosa guerrera. Entre los Fianna de Fionn Mac Cumhail aparece la campeona Credne. Otra gobernante, contemporánea de Boudicca, fue Cartimandua. También hay noticias de una Jefa Gala, Onomaris, que condujo a las tribus celtas en su marcha hacia Iberia. También conocemos la historia de Eponina, posible Sacerdotisa de Epona, casada con Julio Sabino, que tomo parte en la insurrección Gala del 69 d.c. Cuando fracasó, Julio Sabino se mantuvo escondido durante nueve años tras simular su suicidio. Eponina cuidó de él e incluso intentó obtener el perdón de Roma para su marido. Cuando Sabino fue capturado, él y Eponina fueron ejecutados por el Emperador Vespasiano.

Plutarco narra otra historia: Camma, Sacerdotisa hereditaria de la Diosa Brigit (equivalente Celta de Artemisa), estaba casada con un jefe llamado Sinatos, asesinado por un tal Sinorix, que obligó a Camma a casarse con él. La ceremonia de boda incluía beber de una misma copa, así que Camma envenenó la copa, bebiendo ella primero de la copa y aceptando su propia muerte para obtener la del asesino.

Parece ser que las mujeres celtas eran enviadas a menudo como embajadoras. También tomaban parte en las asambleas, utilizando el arma de la diplomacia. Entre las grandes Reinas estaba, según fuentes Irlandesas, Macha Mong Ruadh (Macha del Pelo Rojo), hija de Aed Ruadh, que fue reina de Irlanda entre 377 y 331.

En textos Galeses e Irlandeses aparecen varias mujeres gobernantes, que eran "símbolos de una actitud mental que el patriarcado no pudo eliminar del espíritu celta primitivo". También las Diosas son numerosas en la mitología Irlandesa, y están asociadas a la provincia suroeste del Munster. Quizá sea debido a que Mumham es descrito como un lugar de origen, donde desembarcan algunos de los invasores míticos, así como lugar de reunión de los muertos.

Mugh Ruith, Dios Solar convertido en druida, procede de Munster y su hija Tlachtga (descrita como Diosa en muchas historias) se convierte también en druida. Tlachtga fue enterrada tras su muerte en Hill of Ward (Cnoc an Bháirol, Colina del Bardo), donde tenía lugar el festival de Samhain y los fuegos sagrados druídicos.

Según la Ley de Brehon, las mujeres celtas podían ejercer muchas profesiones, incluso abogado o juez, como Brigh, una famosa mujer-brehon. Tenían derecho de sucesión, podían heredar propiedades y seguiría siendo propietaria de cualquier bien que aportara al matrimonio. Si el matrimonio se disolvía, no solo se llevaba sus propiedades sino cualquier cosa que su marido le hubiera dado durante los años de casados.

Tanto la mujer como el hombre podían divorciarse. Si un hombre "había caído en su dignidad" (cometido un crimen, perdido sus derechos o exiliado) esto no afectaba a la posición de la esposa. La mujer era responsable de sus deudas, no de las del marido. Los Griegos y Romanos no entendían la libertad y derechos de las mujeres celtas, y sus actitudes más abiertas a las relaciones sexuales. Incluso Estrabón llega a decir que "los celtas britanos no solo cohabitaban con las mujeres de otros, sino con sus propias madres y hermanas". Sin duda, su sociedad abierta y permisiva no era entendida por los extranjeros. Teniendo en cuenta esta posición social única de las mujeres celtas, la tradición Irlandesa no solo habla de mujeres guerreras, sino de mujeres profetisas, druidas, bardos, médicos e incluso, satíricas, pero ¿Qué sabemos de las mujeres druidas?

Tácito menciona que en la Isla de Mona las mujeres corrían entre los guerreros, llevando vestidos funerarios, el pelo suelto y portando antorchas, mientras alrededor los druidas pronunciaban conjuros con las manos levantadas. Tácito no dice que esas mujeres fuesen druidesas, pero más adelante menciona una "profetisa" de los Bucteros, llamada Veleda, en tiempos de Vespasiano. El nombre de Veleda parece ser usual en la lengua celta continental para referirse a una mujer vidente. Es descrita como una mujer que gobernaba un amplio territorio, su nombre era venerado y era al mismo tiempo un oráculo en Germania. Sin duda, Veleda era Celta y Druida. Parece que esta mujer fue elegida para mediar junto con Claudio Civil entre los Tencterianos y los Agripinianos, de orillas opuestas del Rhin.

Veleda permanecía oculta a los ojos de todos los presentes, residía en una torre y un pariente cercano le transmitía varias preguntas; ella emitía respuesta oraculares desde el santuario, como un portavoz de los Dioses.

Pomponio Mela, en "De Chorographia" menciona a nueve Sacerdotisas vírgenes de la Isla de Sena, en Armórica, que conocían el futuro y emitían oráculos a los marineros, y que eran llamadas Gallicenae. Estrabón pone énfasis en el hecho de que las Gallicenae o Sacerdotisas Galas eran muy independientes de sus maridos, confirmando la existencia del matrimonio dentro del Sacerdocio.

En la tradición celta, la existencia de mujeres druidas es explícita. Aparecen referencias a las Bandruaid, mujeres druidas, y aún más frecuentemente a Banfhlaith o Banfhilid. Según Seathrún Céithn, las vírgenes guardianas de los fuegos existieron en Irlanda hasta que fueron reemplazadas por las religiosas cristianas. Muchas druidesas aparecen de manera individual en las epopeyas Irlandesas.

En "la Segunda batalla de Magh Tuireadh" dos mujeres druidas prometieron "encantar a los árboles y las piedras y la tierra, para que se convirtieran en una hueste y pusiesen en fuga a sus enemigos". Birog era una druidesa que ayudo a Cian a acceder a la torre donde Balor, Rey de los Fomorios, tenía encerrada a su hija Ethlinn por haber sido profetizado que su nieto le mataría. Birog fue decisiva también para salvar la vida del niño, hijo de Cian y Ethlinn, cuando Balor lo arrojo al mar. El niño creció como Lugh Lámhfadha, dios de las Artes y Oficios.

En los decretos canónicos de San Patricio, encontramos que advierte a los Reyes que no deben aceptar el consejo de druidas, sean hombres o mujeres, y en sus "Himnos" pide especialmente a Dios que le proteja de las mujeres druidas.

Se dice que Brígida era una Ban-druí antes de convertirse al cristianismo. Su nacimiento y educación, según la tradición, están llenos de simbolismo druídico, y se dice que fue amamantada con leche mágica de las vacas del Otro Mundo. Se convirtío al cristianismo y fue ordenada por Mael (tonsurado), Obispo de Ardagh. Fundó el primer establecimiento religioso en Drumcree, a la sombra de un gran roble. También fundó Kildare, que significa Iglesia del Roble (Cill-dara). El simbolismo druídico impregnaba toda su vida. El día de Santa Brígida coincidía con Imbolc o Oimelc (parto), consagrado a la Diosa Brigit , que era cuando el ganado empezaba a dar leche tras parir. La Diosa Brigit ("la Exaltada "o" La Alta") era conocida como Brigantia en el norte de Britania, y como Brigantu en la Galia. Era hija del Dagda y se la veneraba como Diosa de la Salud , Poesía y Artes y Oficios. Era conocida por sus poderes de adivinación. La Santa asumió mucha simbología de la Diosa , sobre todo en cuanto a fertilidad.

Parece ser que muchas divinidades celtas eran en principio femeninas y servidas por hombres. Posteriormente los hombres asumen sus funciones y surgen los grandes Sacerdocios.

El papel de las mujeres en la sociedad celta fue drásticamente alterado en el siglo X d.c., cuando el sistema legal Galés fue codificado en el Reino de Hywel Dda. La Ley Galesa era menos generosa que la Irlandesa ; solo permitía una igualdad en el estatus en que las situaciones en las que no se las pudiera distinguir de los hombres: esto quería decir hasta que alcanzasen la edad de doce años. La mujer Galesa podía seguir siendo gwraig briod (mujeres con propiedad) si se divorciaban; les pertenecía la mitad de la riqueza del matrimonio. Una mujer viuda o separada conservaba la posición del hombre con el que había vivido. Sin embargo, una posición de inferioridad empezó a surgir en la nueva sociedad patriarcal cristiana.

También vemos un cambio, un giro hacia lo masculino en la sociedad celta que se refleja en su mitología. Las divinidades femeninas eran muy importantes en la mitología Irlandesa, puesto que la agricultura y muchas artes estuvieron en manos de las mujeres. Incluso las Diosas Guerreras eran preeminentes en Irlanda. Los Dioses y Héroes reciben el nombre por su madre y las mujeres aparecen a menudo en los relatos de colonización de Irlanda, y a veces representan el papel más importante.

Debe reconocerse que los druidas, como representantes de los conceptos religiosos y filosofía precristiana, reconocían la importancia del papel de las mujeres, así como el de la "Diosa Madre" suprema, símbolo del Conocimiento y la Libertad , sostén moral de la sociedad. No es extraño pues, que en las sagas Irlandesas la soberanía esté reflejada por una mujer. La unión entre el Rey y la Diosa era esencial. Se dice que las tribus del Norte de Britania, los Pictos, tenían sucesión matrilineal en su monarquía.

La lista de reyes Escoceses e Irlandeses dicen descender de una mujer llamada Scota, de la cual existen dos tradiciones: en una Scota es hija de un faraón egipcio llamado Cingris, esposa de Niul, un sabio maestro y druida, que fue invitado a establecerse en Egipto. Otra tradición dice que Scota es la hija del faraón Nectanebo, y que se casó con Míl. Murió luchando contra los Dé Dana an y fue enterrada en Scota´s Glen.

El nombre de Irlanda, Eire, es el de una Diosa Triple; sus hermanas eran Banba y Fótla. Cada Diosa pide a los Milesios que las recordasen bautizando la Isla con su nombre. Banba y Fotla fueron utilizados a menudo en poesía, como sinónimos de Irlanda, pero el druida Amairgen prometió a la Diosa Eire que los hijos de Gael usarían su nombre como el principal del país. Así el país fue llamado Eire.

A partir de que el cristianismo se impone en todo el territorio de influencia celta, la mujer pierde el estatus del que disfrutaba, pasando a ser (según la nueva mentalidad cristiana) "un diablo tentador, cuyo único fin es arrastrar al hombre a las llamas del infierno", y equiparando a las druidesas con la brujería.


El mundo celta es el reino de la Diosa, la época de mayor esplendor del matriarcado pues mucho antes que los Druidas, existieron las Druidesas.

En lo que ahora llamamos Inglaterra, con el tiempo, se establece el Sacerdocio Celta en sus dos vertientes; la femenina y la masculina o lo que es lo mismo, los Druidas (Sacerdotes Celtas) y las Druidesas ( Sacerdotisas Celtas).

Tanto los Druidas como las Druidesas, sabían que trasmitir el legado del Poder espiritual, tenia que ser purificado y transmitido según las leyes de la naturaleza en comunión y respeto total por la misma y es por este principal motivo por el que sus templos más sagrados eran los bosques, los árboles, las cuevas naturales…

La historia nos cuenta entre mitos, leyendas y realidades, hechos acontecidos desde antes de Cristo, sin embargo, para esas fecha, el matriarcado había perdido ya gran parte de su poder y el legado de historiadores griegos y romanos es totalmente patriarcal. Después todo se empeoró todavía más con la llegada del dominio católico.

Mientras la sociedad celta fue matriarcal, se vivió una etapa de paz ya que los pueblos celtas vivían según las femeninas reglas que marca la femenina y poderosa naturaleza: sus ciclos eran celebrados en cada estación y las personas llevaban una vida sencilla de celebración de la vida de acuerdo a los rituales de nacimientos, muerte, siembras, cosechas, cambios de estaciones, enlaces, etc.,.

El pueblo celta sabia que no se podía vivir solo de forma material sino que cada persona tenia que dedicar parte de su vida y parte de su día a la búsqueda interior a través del respeto hacia la madre naturaleza.

Los celtas sabían que la vida material no podía separase de la vida espiritual y cada hombre y mujer aprendían desde pequeños a vivir en armonía con la Naturaleza.

Según las cualidades o dones de cada persona se vinculaba mas con uno de los 5 Elementos y de esta manera cada quien se “especializaba” en la sabiduría de dicho elemento y sus dones y cualidades. Cada persona interactuaba con las cualidades del elemento de la naturaleza por quien y con quien sentía mas afinidad y en este sentido estaban los poderes del Agua, del Fuego, del Aire, de la Tierra y del Éter.

La enseñanza de los antepasados se transmitía de viva voz y su escritura era muy natural y creativa; se utilizaba el alfabeto Oghamico donde cada letra era representada por la hoja de un árbol que se iban juntando para formar palabras, frases y así escribían sus poesías los Bardos (hombre sabio celta que dedicaba su vida al arte del canto, la música y la recitación). Este hecho sigue vigente aun en nuestros días pues todavía llamamos hojas a las paginas de los libros que leemos.

Las mujeres, desde niñas, eran conscientes de su poder y vinculo con las siembras, cosechas, el agua, el aire, el fuego, las aves y demás animales, su libertad sexual para sentir amor y placer, formar una familia o no y tener hijos sin necesidad de casarse.

Se creía que los hijos venían porque la Diosa así lo decidía dentro de cada mujer y los engendraba estando en la tierra, en el agua o bajo las estrellas. No habían tabúes ni prejuicios y cuando un hombre amaba a una mujer la aceptaba a ella y a sus hijos a los cuales cuidaba y quería como propios.

Este hecho era muy natural y se le llamaba Covada, es decir, amar y cuidar a las criaturas de la mujer amada. Los hijos seguían una línea matrilineal y se creía que la mujer era preñada por la naturaleza esplendorosa.

Los celtas siempre supieron que las mujeres eran las herederas e intermediarias de las Entidades de Luz y de la Energía Espiritual tanto del cielo como de la Tierra, pues la vida y este planeta son femeninos. Era natural que las mujeres supieran leer el destino en las conchas, en las raíces de algunos árboles, en el agua, en los cristales y piedras. Era natural a su naturaleza, que se comunicaran con los Elementales del Fuego, de la Tierra, del Aire y del Agua. Y cuando alguna de ellas se reconocía tocada por la Luz de la Diosa, dedicaba su vida al sacerdocio sagrado de la Diosa.

El lugar telúrico más poderoso para las mujeres Druidesas era Avalon y dedicaban su vida a honrar los ciclos de las estaciones, las cosechas, el ganado, los nacimientos, las muertes, las celebraciones…y aunque esta era una sociedad pacifica, reconocían que la fuerza y energía masculina aunque necesaria y complementaria, era diferente y que los hombres que querían servir a la diosa, tenían que aprender cosas diferentes.

El punto telúrico más poderoso para los Druidas, era Anglesey en Gales, Iona en Escocia y Oxford en Inglaterra.

Los Druidas eran los instructores de los nobles y del pueblo, eran magos y sabios, eran valientes y feroces guerreros que sabían defender su tierra. La sociedad celta era una sociedad pacifica porque sostenían el principio de vive y deja vivir y eran conscientes de que la verdad estaba repartida en cada persona y que podía cambiar en cada cultura puesto que nadie puede poseer la verdad absoluta. Amaban y respetaban a la naturaleza, a los niños, a los ancianos, a los artistas, sabían escuchar y sabían celebrar la vida.

Sus templos, sus santuarios y sus celebraciones eran llevadas a cabo en la misma naturaleza y algunos de sus rituales fueron copiados incluso por la iglesia católica como el ritual de celebrar la misa de los domingos sobre un altar bendiciendo el pan y el vino dando la común unión para celebrar en comunidad, la paz, la fraternidad, las buenas relaciones y la prosperidad.

Tanto los romanos como las iglesia católica, totalmente patriarcal, se encargaron de eclipsar el poder de la diosa y con ella el de las mujeres; la Sacerdotisa, Maga, Mujer Sabia y versada en yerbas y oráculos paso a ser una bruja digna de cualquier hoguera.

El resultado de este oscurecimiento del poder femenino todavía se sigue viendo y sintiendo a nuestro alrededor en nuestras propias vidas.

Evidentemente, al ser destruido todo registro o recuerdo del matriarcado, apenas se sabe nada sobre las Druidesas ya que tanto para el imperio romano como para la iglesia católica, la familia patriarcal era el núcleo político básico de la sociedad-estado donde el hombre era el cabeza de familia y la mujer su servidora fiel cuyo cometido principal era darle hijos al esposo y al estado y así aumentar tanto el imperio como los feligreses de los dos poderes que casi han destruido esta sociedad, esta realidad y este mundo.

Pero lo femenino no murió ni pudo ser destruido; solo paso a un segundo plano para de nuevo sacar su Luz en estos tiempos finales en la Era de la Luz. Los Druidas sabían que esto podía suceder como posibilidad de destino y sabían también que el poder de la Diosa resurgiría.

Nunca hubo rivalidad entre Druidas y Druidesas: los Druidas vivían mas hacia el exterior, masculino, material…las Druidesas vivían mas hacia el interior, hacia los mundos paralelos y la mayoría de ellas pasaron la línea del tiempo lineal de la tercera dimensión para ubicarse en la cuarta dimensión de conciencia desde donde siguen instruyéndonos a cada una de nosotras, Mujeres de Poder, Sanadoras de este planeta, Sembradoras de semillas crísticas-madres-soles, las que Brillamos, las Guardianas del Grial.

los celtas y las palabras

Gracias a las fuentes clásicas sabemos que los sacerdotes de los celtas no gustaban de la escritura para conservar la doctrina religiosa. Eso no significa que no tuvieran escritura, sino que no la usaban para transmitir sus creencias.

Para entender las razones que tenían para no poner sus creencias y prácticas por escrito hay que entender el concepto de tradición dinámica o viva y el de tradición estática o “muerta”. La tradición viva, que para los celtas sería la oral, evoluciona y cambia con las generaciones y los interlocutores que la difunden. Según Jean Markale, “una civilización de la oralidad es más flexible, más libre, más susceptible de innovación que una civilización de la escritura.”
La escritura permanece allí, inmutable, incambiable, y por tanto era muy peligroso poner cosas por escrito que tenían que estar sujetas a cambio. Escribir algo era eternificarlo, perpetuarlo. Además, la escritura no transmitía vibración alguna, ningún tipo de energía, sino que era como una losa que impedía el movimiento y permanecía allí, inmutable.
Las palabras, en cambio, tienen un ritmo y una cadencia, que es donde realmente residía la magia. La palabra (hechizo) o la música eran los acompañamientos cruciales de esta tradición oral. Los bardos, entonces, eran capaces de contar historias, entonar maldiciones, cambiar el destino de las personas, convirtiéndolas en héroes o haciendo que sus nombres se perdieran en el tiempo.

Ejemplos del poder de la palabra en a cultura celta irlandesa:

Glam Dicin:

Considerada la “maldición suprema” o el “grito obligatorio”. Parecido al galés “diaspad”, el “grito penetrante”, esta sátira determinaba el destino del individuo, pero hay que haber cometido un acto de infracción de leyes o normas, como un castigo. Se trataba de un encantamiento satírico entonado por los fili (bardos o poetas) o los druidas, y recibir un glám dicin era caer en el más absoluto rechazo social, pues entre los celtas estaba muy mal considerado ser objeto de una sátira.

Teinm Laegda:

Una de las formas de adquirir el conocimiento profético, junto con el método de imbas forosnai y el de díchetal do chennaib, del cual se habla en el ciclo de Leinster. El teinm laegda, o iluminación del canto, era una técnica mediante la cual se podían hacer profecías a partir del canto de determinadas fórmulas. El proceso implicaba una serie de gestos, como hacer un sacrifico precio, tocar con una varita un ser o cosa sobre la que s epreguntaba, y ponerse el pulgar en la boca.

Geis (pronunciado /gèsh/ ) (tynged, en galés):

La prohibición u obligación (término que, pese a ello, debería liberarse de todo sentido negativo), derivada de la palabra guth ‘voz’, pero aún así de origen incierto, este encantamiento determina la vida de quien lo recibe, y no seguirla o transgredirla causa el rechazo social y la muerte. Mucho más complejo que el Glam dicin, se trataba de un encantamiento a menudo mencionado por la casta sacerdotal, lo cual adquiría un poder eminentemente legalizador. Imagínense pues, qué dimensión adquiriría escribir un geis en algún lugar, si ya su poder oral era más que sagrado. Geis es lo que recibe Setanta, Cúchulain, sobre comer carne de cerdo y rehusar los festines. Cuando es obligado a transgredir uno, y por tanto el otro, este dilema y la transgresión de ambos causa su muerte. Pero los geis no siempre terminan de una forma negativa, sino que a veces eran necesarios para el devenir de los hechos. Un individuo también podía recitar un geis para sí mismo, lo cual lo ataba a una situación: “El hecho de jurar “por el dios que jura mi tribu” da al acto su dimensión sagrada. Es un compromiso solemne que pone por testigos y fiadores a los dioses, o también a las fuerzas naturales, como el sol, los vientos o la tierra.” (Markale, Druidas, p. 199)

“El poder de la Palabra no existe sin la voz que anima esa palabra, sin un gutuater (invocador) para invocar las fuerzas misteriosas que duermen en torno a nosotros y en nosotros.”

miércoles, 6 de junio de 2012

Galicia, costumbres y tradiciones

Galicia es una tierra de costumbres muy arraigadas en antiguas y profundas creencias que incluyen supersticiones y leyendas paganas entremezcladas con un fuerte componente religioso. En la práctica esto se traduce en muchísimas fiestas, romerías y ferias.

Los celtas han dejado profundas huellas en la cultura gallega, con sus ceremoniales basados en la naturaleza. Culto a los árboles y a los animales, a las aguas y las ánimas. . Es la comunidad española que más suele relacionarse con la brujería. “Bruxa, meiga y feiticeira” realizan amuletos contra el mal de ojo y curan enfermedades con el conocimiento de hierbas medicinales.
El cruceiro, que podemos encontrar en los cruces de caminos gallegos, es el más importante emblema de Galicia. Símbolo de la cristianización gallega, se le atribuye sentido protector. Entre los de origen medieval, podemos hallar algunos muy conocidos, como los de Teo, Noya, Pontevedra, o el de Home Santo que actualmente está en Santiago.

En los caminos del sur de Galicia podemos encontrar petos de ánimas, un tipo de limosneros realizados en piedra para recaudar dinero que alivie el pesar de las almas condenadas a vagar por el mundo en la Santa Compaña, una especie de cortejo fúnebre compuesto por espíritus condenados.

Los gallegos intentan preservar esas antiguas tradiciones plasmándolas en su folklore con manifestaciones como la Noche de San Juan, que también se festeja en toda Europa, donde los malos espíritus se conjuran con el fuego y los baños de mar.
Una de los más conocidos exponentes es el Camino de Santiago, un camino de peregrinación del que se dice que el polvo del camino que los peregrinos levantan es el que forma la Vía Láctea, también conocida como el Camino de Santiago.

Los instrumentos musicales acompañan siempre las celebraciones, la gaita, de origen celta es uno de los más tradicionales de la cultura gallega. Tampoco faltan el vino, con el protagonismo del Albariño de las Rías Baixas, el aguardiente, el pulpo y el marisco de las costas gallegas.

El aguardiente tiene un papel importante en el conjuro de maleficios con el rito de la queimada que ya hacían los celtas, pronunciando:
“Buhos, lechuzas, sapos y brujas.
Demonios, trasgos y diablos, espíritus de los nebulosos valles.
Cuervos, salamandras y brujas: hechizos de las curanderas.
…..
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas, quedaremos libres de los males de
nuestra alma y de todo embrujo…….”

Navidad celta gallega

La Navidad en Galicia está muy ligada al solsticio de invierno, -que los celtas llamaron Yule-, momento en el que las horas de luz son escasas.

La Navidad en Galicia está muy ligada al solsticio de invierno, -que los celtas llamaron Yule-, momento en el que las horas de luz son escasas, ya que el sol está en su momento más bajo. Más tarde la Iglesia establecería una fecha cercana a ésta como fecha para la celebración del Nacimiento de Jesús, como forma de que poco a poco los fieles prestasen menos atención a sus costumbres paganas.
Al amanecer y con el sonido de la gaita se inicia esta celebración, donde la comida y la bebida son los protagonistas de la jornada. Esta fiesta, -que se celebra en lo alto de la montaña-, dura todo el día y toda la noche hasta el comienzo de un nuevo día.
Durante esta festividad se quemaba un tronco, que ardía lentamente en honor al nacimiento del nuevo sol, y a cuyos carbones se les atribuía propiedades mágicas. Hoy en día, esto forma parte de las costumbres navideñas de Galicia, -llamada Tizón o Cepo de Nadal-, y sus cenizas se echan al fuego en los días de tormenta para proteger la casa de los rayos.
De esta tradición también proceden los dulces con forma de tronco, -ya sean de chocolate o de mazapán-, que se degustan en estas fechas.
Mucho antes que Papá Noel en Galicia existía la figura del Apaldador, -que hoy en día está en vías de recuperación-. El apaldador es un gigante, de oficio carbonero, que vive en las montañas. En Navidad bajaba a las aldeas para tocar las barrigas de los niños y niñas y comprobar si estaban bien alimentados. Antes de marcharse y desearles un buen año, les dejaba un puñado de castañas asadas.