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jueves, 10 de noviembre de 2011

La historia de los celtas en galicia parte 8

Siglo XIX

El aumento de la población no podrá digerirse en un sistema económico que no acaba de industrializarse y que quedaba aislado de las pujantes redes ferroviarias peninsulares. Todo ello dará paso, a mediados del siglo XIX, a una emigración masiva a América que se prolongará durante el siglo XX.
La última ocasión en la que el Reino de Galicia mostró una manifestación política fue durante la invasión napoleónica. La amenaza que para el mantenimiento de la hegemonía del clero y la hidalguía gallegas representaba el empuje revolucionario de Napoleón provocaron su rápida reacción actuando como estímulos para la resistencia y la movilización. Con la península bajo dominio napoleónico, la resistencia se organizó en Galicia, combatiendo a las tropas francesas empleando por primera vez en la historia, el sistema de guerrillas, hasta lograr su expulsión. Finalizado este episodio, la Junta Superior se erigió en expresión política, pero de forma breve, integrándose en poco tiempo y delegando sus competencias en las Cortes de Cádiz, para regresar a su estado anterior de inacción.
El Reino de Galicia dejaría de existir formalmente el 30 de noviembre de 1833, fecha en la regente María Cristina firmaba el decreto de disolución por el que el centralismo liberal en el gobierno suprimía su órgano de expresión política. Con este trámite no solo desaparecía el Reino de Galicia sino Galicia misma como realidad institucional, ya que los Reinos y sus Juntas pasaban a ser sustituidas por un modelo de provincias, mimético de los departamentos franceses.
Avanzado el siglo XIX surgen en Galicia diversos movimientos sociopolíticos:
  • El carlismo que reivindica la defensa del desaparecido Reino de Galicia desde una perspectiva tradicionalista y clerical: no consiguió ser hegemónico debido a la pujanza liberal de ciudades como La Coruña.
  • El provincialismo: defensa de la identidad gallega de corte liberal, reprimido tras el levantamiento liberal en contra de Narváez de 1846 y los fusilamientos de Carral.
  • El federalismo: movimiento de democrático que redactó una constitución para un estado federado galaico, sin éxito debido al caos de la Primera República Española y la crisis del republicanismo posterior.
  • El regionalismo: obra del economista Alfredo Brañas que se centra en una defensa del autogobierno de claro perfil conservador. Tiene una vertiente liberal avanzada en pensadores como Manuel Murguía.
  • El agrarismo: movimiento de masas campesinas enfrentadas al foro y a sistemas tributarios disfuncionales en la realidad rural gallega.
Desde el punto de vista literario, el Rexurdimento protagonizado por Rosalía de Castro, Curros Enríquez o Eduardo Pondal supone el renacimiento de la cultura en lengua gallega.


Galicia hasta la actualidad

La historia de Galicia corre paralela a la de España. Los años siguientes transcurrieron marcados por un alejamiento del poder central. La emigración a América y a Europa, a mediados del siglo XX, respondían a las condiciones de una región sólo industrializada en el entorno de Vigo y con La Coruña como centro comercial.
Tras el fracaso del federalismo durante la I República, la Xeración Nós con Castelao, Otero Pedrayo o Alexandre Bóveda tomarán el relevo. Ensayarán un movimiento político nacionalista minoritario, el Partido Galeguista, que conseguirá, gracias al apoyo de las fuerzas gallegas republicanas y de izquierdas (se integró en las listas del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936) la redacción de un Estatuto de Autonomía durante la Segunda República.
En la actualidad, Galicia, reconocida por su estatuto de autonomía como nacionalidad histórica, se debate entre pervivencias de su larga decadencia como el caciquismo, el envejecimiento de la población, una ganadería encorsetada, una explotación intensiva de sus recursos energéticos por parte de grupos empresariales foráneos (grandes embalses, parques eólicos) y el flujo renovado de la industria textil, el efecto arrastre de la automoción y el turismo, además del renacer de ciudades como Pontevedra, que comienzan a tener saldo vegetativo positivo en los últimos años.

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