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miércoles, 6 de junio de 2012

Galicia, costumbres y tradiciones

Galicia es una tierra de costumbres muy arraigadas en antiguas y profundas creencias que incluyen supersticiones y leyendas paganas entremezcladas con un fuerte componente religioso. En la práctica esto se traduce en muchísimas fiestas, romerías y ferias.

Los celtas han dejado profundas huellas en la cultura gallega, con sus ceremoniales basados en la naturaleza. Culto a los árboles y a los animales, a las aguas y las ánimas. . Es la comunidad española que más suele relacionarse con la brujería. “Bruxa, meiga y feiticeira” realizan amuletos contra el mal de ojo y curan enfermedades con el conocimiento de hierbas medicinales.
El cruceiro, que podemos encontrar en los cruces de caminos gallegos, es el más importante emblema de Galicia. Símbolo de la cristianización gallega, se le atribuye sentido protector. Entre los de origen medieval, podemos hallar algunos muy conocidos, como los de Teo, Noya, Pontevedra, o el de Home Santo que actualmente está en Santiago.

En los caminos del sur de Galicia podemos encontrar petos de ánimas, un tipo de limosneros realizados en piedra para recaudar dinero que alivie el pesar de las almas condenadas a vagar por el mundo en la Santa Compaña, una especie de cortejo fúnebre compuesto por espíritus condenados.

Los gallegos intentan preservar esas antiguas tradiciones plasmándolas en su folklore con manifestaciones como la Noche de San Juan, que también se festeja en toda Europa, donde los malos espíritus se conjuran con el fuego y los baños de mar.
Una de los más conocidos exponentes es el Camino de Santiago, un camino de peregrinación del que se dice que el polvo del camino que los peregrinos levantan es el que forma la Vía Láctea, también conocida como el Camino de Santiago.

Los instrumentos musicales acompañan siempre las celebraciones, la gaita, de origen celta es uno de los más tradicionales de la cultura gallega. Tampoco faltan el vino, con el protagonismo del Albariño de las Rías Baixas, el aguardiente, el pulpo y el marisco de las costas gallegas.

El aguardiente tiene un papel importante en el conjuro de maleficios con el rito de la queimada que ya hacían los celtas, pronunciando:
“Buhos, lechuzas, sapos y brujas.
Demonios, trasgos y diablos, espíritus de los nebulosos valles.
Cuervos, salamandras y brujas: hechizos de las curanderas.
…..
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas, quedaremos libres de los males de
nuestra alma y de todo embrujo…….”

Navidad celta gallega

La Navidad en Galicia está muy ligada al solsticio de invierno, -que los celtas llamaron Yule-, momento en el que las horas de luz son escasas.

La Navidad en Galicia está muy ligada al solsticio de invierno, -que los celtas llamaron Yule-, momento en el que las horas de luz son escasas, ya que el sol está en su momento más bajo. Más tarde la Iglesia establecería una fecha cercana a ésta como fecha para la celebración del Nacimiento de Jesús, como forma de que poco a poco los fieles prestasen menos atención a sus costumbres paganas.
Al amanecer y con el sonido de la gaita se inicia esta celebración, donde la comida y la bebida son los protagonistas de la jornada. Esta fiesta, -que se celebra en lo alto de la montaña-, dura todo el día y toda la noche hasta el comienzo de un nuevo día.
Durante esta festividad se quemaba un tronco, que ardía lentamente en honor al nacimiento del nuevo sol, y a cuyos carbones se les atribuía propiedades mágicas. Hoy en día, esto forma parte de las costumbres navideñas de Galicia, -llamada Tizón o Cepo de Nadal-, y sus cenizas se echan al fuego en los días de tormenta para proteger la casa de los rayos.
De esta tradición también proceden los dulces con forma de tronco, -ya sean de chocolate o de mazapán-, que se degustan en estas fechas.
Mucho antes que Papá Noel en Galicia existía la figura del Apaldador, -que hoy en día está en vías de recuperación-. El apaldador es un gigante, de oficio carbonero, que vive en las montañas. En Navidad bajaba a las aldeas para tocar las barrigas de los niños y niñas y comprobar si estaban bien alimentados. Antes de marcharse y desearles un buen año, les dejaba un puñado de castañas asadas.