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viernes, 16 de diciembre de 2011

Los druidas

Los celtas eran muy espirituales, para ellos lo sobrenatural les rodeaba continuamente y los espíritus se encontraban en todas las cosas, todo tenía vida; las rocas, los árboles, los lagos etc. Los dioses regían sobre las vidas de los humanos, controlaban el mundo, las estaciones, el clima y usaban intermediarios para hacer llegar sus designios a los seres humanos, estos personajes a los que utilizaban eran los druidas. 

Los galos usaban la palabra Gautater para referirse a los druidas, que significa el padre de la palabra. 

La música, que era muy importante en el ritual druídico (de ahí druidas especializados en el canto mágico-militar como los gutuater galos y los cainte irlandeses). Los druidas eran sacerdotes, magos, sanadores, jueces y maestros; eran muy respetados. Druida deriva de una palabra que significaba, en Ogham (la lengua usaba por los druidas), “el conocimiento profundo” o “el conocimiento del cedro” o “sabio del roble (era el árbol sagrado celta)”. La figura del druida aparece alrededor del 1000 a.C. 

Dentro de la orden druídica había tres categorías. 

-Los bardos 

-Los vates 

-Los druidas (aunque para referirse a las tres ramas en un término general se les llamaba druidas). 


Los bardos, la rama menos reconocida, obtenían su conocimiento por tradición oral, y componían versos para sus patrones u otros aristócratas. 

Los vates se encargaban de realizar los sacrificios humanos. Ellos pensaban que si alguien estaba enfermo era porque había enojado a los dioses, por lo tanto debían sacrificarlo para calmarlos. 

Los druidas se encargaban de lo judicial. Tenían autoridad propia, decidían pequeños juicios personales y pleitos territoriales, herencias, etc. Sus decisiones eran indiscutibles. También ejercían como filósofos, astrólogos y teólogos. Se encargaban de la educación de la prole de los importantes y reverenciados en la tribu. Los druidas se dedicaban a investigar sobre la vida después de la muerte, creían en la reencarnación. Dirigían los ritos y custodiaban los lugares sagrados. Solían vestir ropas blancas. Los druidas actuaban como mediadores de tribus para impedir la guerra, pero a la hora de esta empujaban a los guerreros con el pretexto de la reencarnación y del agrado a los dioses. 

Todos los druidas en la zona de Bretaña se congregaban en alguno de los lugares sagrados anualmente. 

La religión druida no tiene templos, ya que consideran a la naturaleza como un templo en sí. Es verdad que tienen lugares sagrados, pero no templos propiamente dichos. 


El desdeñado Geis: 
De las tradiciones druidas destaca el Geis o Gesa, es como una “maldición”, más bien una forma de proscribir. Los reyes, guerreros o cualquiera podía estar sometido a ella, a excepción del druida. La mujer puede imponer el geis a alguien. El Geis consta de una veda y una obligación. La veda podía consistir en no ir a algún sitio establecido, recibir a alguien en una hora determinada o no comer la carne de algún animal. Y la obligación consistía en una orden que se debía cumplir bajo pena de ser muerto o desterrado y a la vez maldito ante los dioses, algo muy importante en la cultura celta. 


La Tabla Ogham: 
La ”Tabla Ogham” es un instrumento mediante el cual podemos conectar con la energía universal con el fin de canalizarla o de obtener cierta información. Posee símbolos del Ogham que se relacionan con la energía de los árboles. 


El druidismo en el presente: 
Hoy en día el druidismo constituye una forma de "disciplina espiritual" en la cual se integran los aspectos esenciales del ser humano y su entorno. Algunos “neo-druidas” son Samuel Hahnemman, Rudolf Steiner o Edward Bach, creador del sistema floral llamado flores de Bach. El druidismo en la época presente es acercarse a la naturaleza para recordar que estamos unidos a ella y al universo. 


Druidismo como Chamanismo: 
El druidismo tiene un claro parecido con el chamanismo, algunos se atreven a afirmar que incluso una herencia. Los chamanes a veces se les relaciona con las culturas primitivas, pero no es así. Los chamanes son muy parecidos a los druidas, ambos son magos, sacerdotes, sanadores, intermediarios de espíritus y dioses, astrólogos y astrónomos, maestros y jueces. Ambas tradiciones tienen una metodología muy parecida en cuanto al uso de elementos menos modernos y muy ornamentales y relacionados con la naturaleza. 


Awen el gran espíritu del druidismo: 
Awen es un término un poco confuso en el druidismo. El sustantivo femenino Awen se traduce como 'inspiración', 'musa', 'genio', y también como 'frenesí poético'. La palabra se forma por la unión de aw, que significa 'fluido, flujo', y en, que significa ser, espíritu, esencia'. Así que se puede traducir como 'esencia fluida' o 'espíritu que fluye'. En conclusión; es un espíritu, un ser, una creencia un poco marginada en el neo-druidismo, pero que antiguamente tuvo gran importancia entre los bardos, sobre todo en el siglo VI, cuando las escuelas bárdicas estaban en su cenit. Pero que no debemos olvidar que debería ser tan importante hoy día como lo fue antes, para los nuevos seguidores del camino druida que les guste la poesía seguro que les interesa. 

Dioses de los celtas (03/03)

http://youtu.be/7NyZzS1UXug

miércoles, 7 de diciembre de 2011

DRUIDAS SIMBOLOS

Los Grimorios: Libros de brujería y magia

EL ENIGMA DE LOS CELTAS

HISTÓRIA E MITOLOGIA CELTA ( History and Celtic Mitology ) - PARTE 2

HISTÓRIA E MITOLOGIA CELTA ( History and Celtic Mitology ) - PARTE 1

LOS CELTAS Y SU MAGIA

Cómo hacer la queimada

Conxuro da Queimada

Los 9 Compromisos Druídicos parte 2 / 2

Los 9 Compromisos Druídicos parte 1 / 2

Acebo Celtas Druidas Holly Holy Arboles Sagrados

Loreena Mckennitt-The Highwayman (With lyrics)

Celtic Circle - Mystic's Dream

04 Song for Ireland - "The Best of Celtic Music"

02 Firelands - "The Best of Celtic Music"

MÚSICA CELTA, CELTIC MUSIC (IRELAND)

Las mujeres Celtas

BODA CELTA 2011- Lugnadad Cedeira

Un nuevo amanecer. Celtic Pride

Cerimonia de Casamento Celta | Celta Wedding - 5D Mark II

Casamento Celta - 2/2

Casamento Celta - 1/2

Introducción Celta

jueves, 1 de diciembre de 2011

DREIDE Y NAOIS

 Irlanda, hace ya mucho tiempo, el rey Connacher, de la familia Ulster, se encontraba en el Gran Salón de su palacio subido a una tarima hecha con madera de viejos robles. Finalizado ya el día, el crepúsculo marcaba el comienzo del Samhain. Más de mil personas se habían congregado y reinaba una alegre algarabía mientras los criados del rey se preparaban para la primera noche de la fiesta.

Los caballeros del rey, los Caballeros de la Rama Roja, habían dejado sus armas y sus cotas de malla para unir sus voces entonando canciones de grandes aventuras. A pesar del regocijo imperante,
Cathbad, el druida, se encontraba solo en la ventana arqueada de piedra contemplando con mirada distante el otro mundo. Tan sólo Malcolm,arpista del rey, se sentía tranquilo, pues tenía a su esposa Elva embarazada. Estaban sentados los dos en un rincón oscuro del Gran Salón, conversando cariñosamente en susurros.
El rey Connacher alzó su cuerno de vino con ademán de grandeza. Cuando ya se disponía a pedir que comenzase la ceremonia, se oyó un penetrante grito y la estancia quedó en completo silencio. Los caballeros más veteranos desenvainaron sus armas, prestos para la lucha.
-No os mováis -ordenó el rey-. No deis un solo paso hasta que no sepamos la causa de ese ruido.
Cathbad avanzó hacia el Gran Salón y alzó su bastón. Se quitó la capucha de la capa y sus cabellos plateados reflejaron el claro de luna. Su rostro, arrugado como una manzana en invierno, se alzó pausadamente y le dijo al rey:
-He estado observando esta semana las nubes, la edad de la luna y las posiciones de las estrellas.
Se acercó después al lugar en que estaba recostada Elva. Le puso la mano sobre el vientre y dijo:
-Es el bebé el que ha gritado. No es un bebé corriente. Es una niña de gran belleza y su nombre será Deirdre. De su belleza surgirá una afilada espada que partirá el árbol de Ulster. Los reyes querrán desposarse con ella y será un desastre. La Rama Roja se dividirá y habrá luchas y guerras por su causa.
Dicho esto, se retiró de nuevo a su contemplación del firmamento.
-¡Que muera esa niña! -gritó uno de los caballeros-. ¿No vale acaso menos la vida de un niño que la destrucción de muchos? ¿Qué decís vos, rey Connacher?
El rey sabía que las profecías del druida eran exactas, pero la curiiosidad que le produjo una belleza tan extraordinaria pudo más que él. Se dirigió a los presentes y dijo, con voz sosegada:
-No es bueno que los padres vean morir a un hijo. Y tampoco yo debo provocar dolor en el corazón de mis invitados.
Muchos se agitaron, murmurando entre ellos, nada convencidos.
-Esta niña nacerá -continuó el rey-. La mandaré criar en un lugar apartado y yo mismo me desposaré con ella cuando crezca. Estando a mi cargo y siendo después mi esposa no podrá causar rivalidad ni daño alguno. Así conseguiré eludir la profecía.
A las dos semanas nació la niña Deirdre. Antes de que transcurriera un año, el rey hizo construir sobre la ladera de un monte alejado una casa de piedra con el techo de paja. Se plantó alrededor de la choza una estupenda huerta rodeada de un muro circular.

Deirdre viviría allí cuidada por Levarcham, una joven narradora de historias que gozaba de la confianza del monarca y que también se había criado en casa del rey Connacher. El rey confiaba en ella más que en nadie.
Deirdre se crió en los amplios terrenos de caza. Levarcham le enseñó cuanto sabía sobre hierbas, flores, árboles y cielos y también le enseñó a tocar el arpa y a cantar.
Deirdre se iba haciendo más paciente y bondadosa cada día. Tenía la piel del color de la miel, como una orquídea dorada. Las mejillas, los labios y las puntas de los dedos mostraban un leve tono de carmín. Contemplarla era descubrir que la mirada se deslizaba, como queriendo aferrar algo de ella que no encajaba con lo demás.
Estimulaba la imaginación con miradas o gestos que otorgaban significado especial a los objetos corrientes. Si se arrodillaba para acariciarle la cabeza a un buen perro de caza, se tenía la sensación de que todos los animales eran bondadosos. Su cuerpo revelaba la fuerza de su corazón y era como una mina sin fondo donde poder explorar incesantemente la vida.

Un día del otoño en que Deirdre cumplía quince años, Levercham le dijo que, una vez cumplidos los dieciséis, se casaría con el rey en la primavera siguiente.
Eso la entristeció y la hizo deprimirse. Levercham comprendía su desazón.

-De todas formas, tendrás que casarte con el rey -le dijo-. Será el gran honor de tu vida.
Deirdre suspiraba y se negaba a comer.
Un día, sentada de madrugada junto a la ventana, Deirdre contemplaba una nevada inusualmente temprana. Un grupo de cuervos descendió de pronto a la huerta y uno de ellos se posó en la nieve para darle picotazos a una hermosa manzana que acababa de caer.

-Vaya -dijo Deirdre-, ese cuervo se parece al hombre que vi anoche en sueños. Tenía el pelo oscuro como las cornejas, la piel blanca como la nieve y las mejillas rojas como esa manzana. Él será mi marido.
Pero
Levercham la llamó, haciendo que se apartara de la ventana, y aquella visión se convirtió en un recuerdo.

Tras aquel lento invierno de cielos grises y trémulos llegó la primavera. Una mañana en que había salido a coger flores silvestres con Levercham a hora temprana, Deirdre oyó una voz que cantaba alegremente. Tres cazadores iban por un sendero que bordeaba el lindero más septentrional del Bosque Real.
A Deirdre le pareció encantadora aquella canción, pero los cazadores no repararon en su presencia. Viéndolos pasar, Deirdre se fijó en el primero de ellos, que era también el más alto. El cazador se adentró de repente en el bosque y los otros dos prosiguieron su camino.

-Es el hombre de mi visión -dijo Deirdre, incrédula.
A los pocos segundos no fue ya capaz de contenerse más y se recogilo las faldas a toda prisa para perseguir al cazador que se había adentrado solo en el bosque.
Lo encontró en un amplio claro que había en el bosque. Arriba se extendía una cúpula de altos robles cuyas ramas se tendían entre unos y otros sin llegar apenas a tocarse. Notó en el aire plumoso una fuerza para ella desconocida. Se acercó al cazador, que la observaba ya con atención, y alzó la mirada hacia él.

De reojo vio rayos de luz descendentes, aunque a ella le pareció que salían de la tierra en dirección al cielo. Se le aceleró el corazón al acercar su blanco rostro al de él. Aguardó un instante y después le dio un beso e hizo un pequeño discurso en voz baja:
-Te amaré como en épocas pasadas, cuando Dectera amó al arpista verde y se escapó con él para siempre. Mi beso contraría los deseos del rey y me he escapado de casa sin permiso. Con la luna nueva vendrán a llevarme a su palacio para que sea su esposa.
Debes llevarme lejos de aquí.
El cazador la miró y dijo:
-Yo soy Naois, el mayor de los hijos de Uisnach.
Nunca había visto semejante belleza y temblaba al hablarle, pues se había percatado de la identidad de la joven a quien tenía en sus brazos.
-¿Acaso no recuerdas la profecía del druida? Todavía te da tiempo a regresar.
-Para mí este momento vale más que diez vidas enteras con Connacher.

A Deirdre le bastó con mirarle a los ojos una sola vez. Naois resolvió allí mismo entregarle su amor.

Huyeron juntos y se reunieron con los hermanos de Naois, Allen y Arden, quienes, aunque acogieron de buen grado a Deirdre, temieron por su hermano. Juntos llegaron a la conlusión de que deberían marcharse esa misma noche, por lo que hicieron acopio de provisiones y partieron a toda prisa, trasladándose por mar a su exilio en Alba, es decir, Escocia.

Naois, Deirdre, Allen y Arden se instalaron en las fuentes del lago Etive. 
Construyeron una casa de arcilla roja en lo alto de una cascada y le pusieron por nombre Granian Deirdre, que significa "el soleado hogar de Deirdre". Los montañeses de Argyll dieron la bienvenida a los grandes guerreros. Naois atrapaba salmones en el río y ciervos en el valle y Deirdre pensaba que no podría existir nadie tan dichoso como ellos.
Vivieron felices durante muchas lunas.
En Irlanda, el rey Connacher no tenía ya enemigos, pues los había derrotado con la fuerza de las armas o había hecho las paces con ellos, con lo que había afianzado su derecho a gobernar. Su país gozaba de prosperidad, pero él se mostraba inquieto. Dos años después de que Naois se exiliase, acudió una noche a ver a Cathbad. El druida lo escuchó en silencio, pues sabía perfectamente lo que apesadumbraba al rey.

El rey Connacher lo expresó de este modo:
-Nuestros mejores hombres, las tres antorchas gaélicas de Naois, Allen y Arden no están entre nosotros. No es bueno que estén exiliados sólo por causa de una mujer. Pienso enviar a Fergus McRoigh para anunciarles que el rey los perdona e invitarlos a volver a Ehmain Macha para una gran fiesta.
-Que así sea
 -dijo Cathbad.

Y así se hizo.
Fergus llegó al lago Etive tres días más tarde portando el mensaje del rey y allí Naois le dio la bienvenida. Fergus comentó las noticias de Ulster. Naois, que deseaba volver a casa más que cualquier otra cosa, sintió una gran nostalgia y fue a ver a Deirdre a un campo verde situado por encima del valle con intención de comunicarle la buena noticia.

Al escuchar a Naois, Deirdre se asustó mucho. Siguieron conversando hasta que tan sólo quedó un pálido atisbo de luz en el cielo del oeste, pero Deirdre se dio cuenta de que estaba decidido a marchar y de que nada podría hacer para impedirlo.

-Anoche tuve en sueños esta visión: tres cuervos bajaban hacia nosotros desde Emhain Macha. Traían en sus picos tres gotas de miel y se iban con tres gotas de sangre.

-¿Qué significa ese sueño?

-Significa que Fergus viene a ofrecernos una paz dulce como la miel, pero las tres gotas de sangre sois Allen, Arden y tú. Connacher es un adulador y la miel es una trampa mortal.

A pesar de aquella visión, Naois decidió regresar a Irlanda.
-Dejaremos a un lado nuestras diferencias -le dijo Naois a Deirdre-Zarparemos mañana por la mañana.
Deirdre pasó la noche entre sollozos y casi no concilió el sueño.
Por la mañana se reunieron en la costa y Deirdre subió a bordo. Partieron a hora temprana y la niebla se entremezcló con el cielo, adquiriendo la costa de Alba un color azul y después azul claro hasta que poco a poco fueron perdiéndola de vista.
A media noche brillaba ya la luna llena sobre las velas y el viento tiraba de las cuerdas.
 Deirdre sacó el arpa y entonó una suave canción. Su tristeza hizo callar a los hermanos, que alzaron los ojos al cielo mientras ella cantaba, tendiendo sus corazones a los astros.
Por fin, pudieron contemplar el amanecer sobre los blancos acantilados del norte de Irlanda.Una vez en tierra, Fergus se adelantó a caballo para comunicarle al rey que habían llegado los hombres a quieres había llamado.
-Mostradles ahora vuestra bondad -le dijo.
-No estoy preparado para recibirlos -contestó Connacher- Envíalos a la Gran Llanura, a la Posada de la Rama Roja. Mi casa estará lista mañana.
Los viajeros se instalaron. A última hora de la noche, el rey Connacher mandó llamar al guerrero Gelban Grednach.
-Ve a la Posada -ordenó- en la que se hospeda Deirdre esta noche y dime si conserva su belleza. Debo saberlo enseguida.
Grednach bajó a la Posada a toda prisa. Sin aliento, se asomó por la ventana para verlos a los cuatro y se fijó en Deirdre. Tan grande era su belleza que jadeó, delatando así su presencia. Naois alzó la mirada y vio a Grednach mirándolos. Cogió unos dados que había sobre la mesa y los arrojó hacia la ventana. Uno de ellos alcanzó a Grednach en un ojo y lo dejó tuerto.
Grednach salió de allí dando gritos y volvió corriendo a donde estaba el rey, que caminaba impaciente por su habitación.
Grednach entró con la cara toda ensangrentada.
-¿La has visto? -preguntó el rey.
-La he visto y, mientras me asomaba, Naois me ha sacado un ojo -contestó, encogiéndose de dolor.
-¿Qué aspecto tiene?
-Os diré la verdad. Aun tuerto, de no ser por vuestra urgente petición mi único deseo habría sido seguir allí contemplándola durante toda la vida.
Connacher montó en cólera e hizo que se reunieran enseguida cien valerosos hombres en su salón.
-Id al instante a la Posada. Matad a los forasteros y traedme viva a Deirdre o moriréis todos.
Los guerreros se aprestaron para la batalla. Pero sin que el rey lo supiera, Levercham
  había estado oculta entre todos ellos y se adelantó a toda prisa para avisar a los hijos de Uisnach.
-Mis hermanos y yo lo impediremos -dijo Naois al enterarse.
Así pues, hicieron rápidos preparativos para la batalla. Salieron al gran llano armados hasta los dientes, avanzaron por el campo y se escondieron tras una hilera de árboles.
Desde que existe el mundo los hombres llevan milenios guerreando entre sí, pero esa noche no había hombres tan en desventaja como los Hijos de Uisnach. Empero, no es menos cierto que tampoco los había de corazón tan noble. De hecho, si hubiera que medirlos por su espíritu, cada uno de los hermanos equivalía a veinte guerreros normales.
 
Los guerreros del rey aparecieron rápidamente en el lindero del llano y los jóvenes héroes entraron directamente en la lid. Sus espadas refulgían en la oscuridad con ígneos destellos azulados, tan soliviantados tenían los ánimos los que habían sido traicionados.
Con el entrechocar de las espadas resultaba imposible distinguir quién desafiaba a quién y la hierba se empapó de sangre hasta quedar convertida en un gran charcho resbaladizo. Al terminar la batalla, los hermanos habían conseguido abatir a los cien guerreros del rey.
Connacher llegó al lindero del llano y prorrumpió en exclamaciones de ira, pero los Hijos de Uisnach y Deirdre ya regresaban a casa atravesando en la oscuridad la gran llanura.
El rey mandó llamar a Cathbad el druida y, esfonzándose por conservar la calma, le dijo:ç
-Detenlos o haré que te destierren para siempre.
Sin decir palabra, Cathbad puso manos a la obra e hizo crecer en la llanura un bosque lleno de tupidos matorrales,
  pero los hermanos lo atravesaron con facilidad, como si no hubiera más que aire.
Convirtió después la llanura en un mar de aguas gélidas
 Los hermanos se quitaron la camisa, Deirdre se encaramó a los hombros de Naois y nadaron contra el rugir de la corriente. Su velocidad no disminuyó y los hermanos avanzaron tan aprisa como lo habían hecho antes a pie.
Al ver aquello, el rey frunció el ceño y el druida temió por su vida. Alzó los brazos y el mar se convirtió en piedra, disparándose al aire rocas afiladas como espadas que entrechocaban con gran estrépito, como monstruosas muelas de un enorme gigante de granito.

Los hermanos corrieron sobre las piedras, resbalando y cayendo en múltiples ocasiones. Por último, el más joven de ellos, Allen, lanzó un grito de dolor y Naois lo cargó sobre su hombro derecho, aunque no tardó en morir. Naois no lo soltó sino que siguió llevándolo sobre el hombre. Buscó con la mirada a Arden, pero, para desgracia suya, vio que también había muerto y eso le arrebató el deseo de vivir.
A causa de las heridas o de la pena o, seguramente, de las dos cosas juntas, Naois se desanimó y resbaló entre dos piedras. Tendido entre las hirientes rocas, cayó presa de un total desaliento y murió sin decir palabra. En ese preciso momento, la llanura volvió a ser de hierba.
-Ya se han ido -dijo Cathbad- Los Hijos de Uisnach han muerto y ya no os molestarán más.
Dicho esto, el druida volvió a desaparecer en la noche.
El rey fue a contemplar a Deirdre con sus propios ojos. La encontró arrodillada sobre Naois y sus hermanos, sollozando sin palabras.
Sin dejar que se recuperase de su profundo dolor, el rey ordenó que la llevasen a su palacio y la encerraran. Después hizo cavar una tumba para los hermanos en el mismo lugar en que yacían. Se colocó en aquel lugar un menhir sobre el cual se brabó el nombre de Uisnach.

Cumplida la profecía, Deirdre permaneció una quincena en la residencia de Connacher. No podía comer ni conciliar el sueño. Transcurridos treinta días, llegó el invierno y un suave manto de nieve cubrió el mundo que divisaba a través de su ventana.
Deirdre pidió a un guerrero que le trajese su arpa y allí, sola en su cuarto cerrado, le cantaba a Naois en voz baja, pues sabía que moriría en cuanto Connacher lo ordenase.

Dirigiendo la vista a la vasta llanura vacía, cantaba:
En cielos de gélida nieve
por los que vagan vientos de tristeza
arde débilmente un sol rojizo.
Fuiste mi hogar
allá donde yo iba.
En campos verdes
ahora desconocidos
con tu nombre sobre
el menhir,
el amor invita
a una última llamada
cuando la muerte comienza
a caer de la vida.
Los arroyos no van ya
a mareas de mares lejanos.
Un amor no puede envejecer
sin recuerdos:
tus brazos, mi hogar
en que dormía.
En campos verdes
ahora desconocidos,
con tu nombre sobre
el menhir,
el amor invita
a una última llamada
cuando la muerte comienza
a caer de la vida.
Todas mis lágrimas
se despliegan ahora.
¿Cómo podré ahora
envejecer yo sola?
Vierten sus luces los astros polvorientos
cuando desde la vida
va la muerte en silencio
deslizándose lentamente hacia la noche.

Por la mañana, cuando quiso llamarla el rey, Deirdre estaba ya muerta. El rey la hizo enterrar en las colians en que había pasado su infancia. Pero un pequeño grupo de gente acudió de noche, clandestinamente, y la llevó a la Gran Llanura, a otra tumba contigua a la de Naois. Los aldeanos señalaron las dos tumbas clavando sendas estacas de madera en el suelo.
Dos años más tarde, crecían junto al menhir dos hermosos tejos. Aunque entre sus bases había una separación de dos metros, los troncos habían crecido juntos y entrelazados. Unidos por sus ramajes, formaban un solo árbol.


Aunque el menhir de piedra se convirtió ya en polvo, los árboles siguen aún vivos en ese lugar.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Fiestas celtas : Fiesta del sexo

El día de Beltayne, primero de mayo, se iniciaba entre los Irish Gaél un mes de libertad sexual, denominado Cyann, festejando la unión entre el gran dios Cernunnos, representado con una gran cornamenta de ciervo, y la Madre Suprema, la Tierra. En este período, los jóvenes podían formar parejas tentativas, que duraban un máximo de un año y un día, y al cabo de ese tiempo, debían ser refrendadas si deseaban continuar unidos; si la experiencia no era satisfactoria, cualquiera de los dos podía negarse, ya que, de allí en más, el matrimonio se convertía en permanente.
En sus relaciones de pareja, los celtas daban prioridad a la familia sobre  otra consideración, y no concedían demasiada importancia a la virginidad; se estimulaba la actividad sexual entre los jóvenes, especialmente durante la festividad de Cyann, y consideraban a los niños gestados durante este lapso como protegidos de los dioses.
Según la tradición, los responsables de despertar las inquietudes sexuales entre los jóvenes eran las sidh (hadas) y los leprechauns (duendes o elfos), quienes los incitaban a marchar hacia el bosque y pasar allí los días juntos. Durante este período, las mujeres vestían de verde claro, un color que la tradición asignaba a las vestiduras de las hadas, y los jóvenes de verde oscuro, el tono tradicional de los leprechauns, pero a partir del siglo VI d. C., los evangelizadores cristianos comenzaron a difundir la especie de que el verde era de mala suerte, en un fútil intento de que los jóvenes, especialmente las muchachas, abandonaran esa actitud promiscua que, por supuesto, no era bien vista por la Iglesia Católica.

Fiestas celtas : La fiesta de Beltayne

Beltayne o Beltuin, era el primero de mayo. Era una festividad consagrada al dios Belenos y a la Madre Suprema, o Señora del Bosque. Literalmente significa “el fuego de Bel”, se conmemora durante la noche del 31 de abril al primero de mayo, y un homenaje de agradecimiento a los dioses familiares, por haber protegido los fuegos del hogar, como así también un augurio de primavera.
Es una fiesta característica de los pueblos agrícolas y pastoriles, ya que llega la fecha de la siembra y de sacar las manadas a pastar. En Alemania y algunos países anglosajones, la noche previa se conmemoraba la Noche de Walpurgis,en que se intentaba conjurar a los seres malignos que se reunían en las colinas elevadas. Los romanos asimilaron Beltayne con las Laridae, es decir, sus propias fiestas en honor a los dioses lares, protectores del hogar.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Fiestas celtas : Samhain

Samhain fue originariamente una festividad de los muertos, celebrada durante la última noche del año druídico, es decir, la del 31 de octubre, precedente al Día de Todos los Santos. Hasta épocas relativamente recientes, en muchas partes de Europa existía la creencia -probablemente originada en esta festividad celta- de que en la noche de Samhain, las brujas y hechiceros efectuaban sus peores conjuros, y se encendían grandes fuegos para mantener lejos de los hogares a los espíritus malévolos.
Es la festividad opuesta a la de Beltayne, ya que en ella se escenifica el encierro del ganado para el invierno, y se encienden simbólicamente los fuegos del hogar. Posteriormente, a partir del siglo XVll, el cristianismo fue incorporando aportes propios, y la fiesta de Halloween se transformó en un festejo infantil, en el que los niños recorren las casas vecinas, disfrazados de duendes, a solicitar golosinas.

El calendario druida

Este calendario lo determinaban  las fases de la luna, por lo que cada mes contaba con una mitad positiva, luminosa y ascendiente, que correspondía a la luna en cuarto creciente y llena, mientras que la mitad oscura, decadente y negativa se correspondía con las fases de luna menguante y nueva; de la misma forma, durante el período brillante se llevaban a cabo los conjuros y hechizos de magia blanca, mientras que las ceremonias secretas de magia negra tenían lugar en las fases oscuras. 

Cada uno de los meses del año, 12 en total, tenía asignada una letra del alfabeto Ogham, y estaba consagrado a un árbol o planta determinada, a la cual se veneraba durante este lapso.
También conocían la duración y división del año solar, es decir el tiempo que tarda la tierra en recorrer su órbita alrededor del sol, y lo aplicaban para recomendar a su pueblo las fechas para la siembra y la cosecha de los distintos productos agrícolas.
Para compensar la diferencia entre el año solar y el lunar, los druidas establecieron la inserción entre abril y mayo de un mes extra de 30 noches cada tres años (el registro del tiempo se llevaba en función de las noches, y no de los días). Al igual que meses, los años también contaban con una mitad oscura y una brillante; la primera de ellas comenzaba inmediatamente después de la última noche del año, el primero de noviembre, con la fiesta deSamhain (Samhuyn), de la que proviene la actual festividad de Halloween.

Fiestas celtas : La fiesta de Eisteddfod

Los celtas, al igual que otros pueblos de la antigüedad, celebraban sus fiestas y ritos con los cambios de estación. Siguiendo pues, el ritmo de las cuatro estaciones tenemos las cuatro fiestas celtas más sonadas; la de Samhain, Beltayne, Ymbolc, y Lugnasad, en ellas el hombre celta se abría a los poderes de la fertilidad, la purificación, el contacto con el mundo invisible de los muertos y la veneración del dios Lug.

La fiesta de Eisteddfod

Un ejemplo de la perdurabilidad de las costumbres y tradiciones celtas hasta nuestros días es el festival de Eisteddfod, término derivado del gaélico eístedd: “sentarse” y fod: “reunión” o “competencia”.
Aunque algunos autores niegan su aparición antes del siglo VII, existen evidencias para suponer que estas reuniones de bards (bardos) se realizaban ya en el siglo IV, aunque, probablemente, al principio hayan estado circunscritas a los bardos iniciados, y no pudiera participar de ellas el común de la población, como sucedió más adelante.
A partir del siglo VII, en la región de Gales, al sudoeste de la mayor de las Islas Británicas, Eisteddfod comenzó a convertirse en una reunión abierta, destinada a promover las tradiciones y la lengua galesa a través de interpretaciones competitivas de drama, música y poesía, hasta que, a fines del siglo XIII, Eduardo l, Rey de Inglaterra, provocó una verdadera masacre en la comunidad de los bardos, por temor a su acendrado nacionalismo.
Sin embargo, tres siglos después, hacia fines del 1500, Isabel I de Inglaterra cobró un repentino interés por Eisteddfod y, gracias a su mediación, los festivales fueron restablecidos a partir del siglo XVII, bajo patronazgo real. Las competencias, ahora de alcance nacional e internacional, decayeron durante el siglo XVlll, pero un renovado interés en el druidismo y el misticismo revivió la tradición en el siglo XlX. En la actualidad, Eisteddfod aún se reedita año tras año, poniéndose un especial énfasis en la conservación de la pureza de la lengua galesa.

martes, 22 de noviembre de 2011

Dioses Celtas: Cernnunos

Puede significar “el de la cornamenta” o “el de la cabeza de ciervo”, de modo general, pues este punto ha sido muy discutido por los estudiosos de la temática celta. Se cree que es una entidad precelta y se destaca porque el dios aparece con las piernas cruzadas en “la posición de Buda”. Así aparece en el caldero de Gudestrup y en los monumentos de Reims y de Saintes, entre otros. Lleva un torques en el cuello y, en la mano, una manzana o algo parecido a una bolsa. Rodeado de animales salvajes, se destaca una serpiente,-generalmente con cabeza de cordero-, en una de sus manos o bien alrededor de su cuello. Hay quien cree que era un dios de los cazadores mientras otros creen que era el protector de los animales dotados de cuernos. El ciervo aparece como símbolo de fuerza positiva aunque incluso alguien lo relacione con el mundo de los muertos. En el medioevo, en algunas historias, el ciervo vencía al dragón. De modo general se le entiende como rey o dios de los animales, o bien el dios de la magia de la caza o del renacimiento de la naturaleza. Sin embargo, los tres conceptos a un tiempo, resultan incompatibles. Respecto a sus representaciones, para que puedan dar alguna luz sobre su función concreta, se pueden hacer referencia a tres:En Reims: Cernunnos libera de una bolsa un “flujo” que parecen granos o bien mondas. Un ciervo y un toro se nutren de él y una rata, colocada sobre el gurpo, parece esperar.En París: el pilar de los Nautres de los Parisii lo representa sobre el “dado Cástor-Pollux-Sertrios. Vemos el busto de Cernunnos, calvo y barbudo, los candiles ornamentados con dos torques o con pulseras. En Gundesturp los eruditos hicieron conjeturas sobre la procedencia del famoso caldero. En esa pieza Cernunnos reina, sentado con las piernas cruzadas, la cabeza cubierta por dos inmensos cuernos, sostiene en su mano derecha un torques y en la izquierda hay una serpiente con la cabeza de Aries. Un ciervo está a su lado y animales salvajes y peces lo rodean.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Dioses Celtas: Dagda

Su nombre significa “Buen dios” como dios capaz y certero, no en el sentido de bondad. Es el señor del entendimiento y soberanamente fecundo. También es conocido como “Eochu Ollanthir”, que significa “padre universal”. Siendo Sucellos su equivalente galo, posee un mazo (originariamente una porra) que tiene la propiedad de matar por un extremo y resucitar por el otro. También posee un caldero de la abundancia del que “nadie se aleja sin ser saciado” y que, igualmente, tenía capacidad para resucitar a los muertos cuyos cuerpos eran sumergidos en él. Es también el dios de la concepción intelectual, el dios-druida de ciencia perfecta. Otro de sus nombres, “Ruad Rofheasach” (Rojo omniscente) es una alusión a su sitio preponderante en el panteón. Hay quien añade que, junto con la maza y el caldero, el arpa es otro de sus signos-atributos. Es un arpa de oro, es decir, solar, núcleo de toda luz; un instrumento que, al oírlo, puede producir llanto, risa gozosa o adormecimiento. Además, el arpa acude rauda a Dagda cada vez que éste reclama su presencia, tal que si fuera un pájaro, y emite su música sin que nadie la pulse. En cuanto a los amores de este dios, muy numerosos pues tendía, inevitablemente, a la promiscuidad, se encuentra Boann, su cuñada, casada con su hermano Elcmar. Para poder yacer con ella envía a su hermano a visitar a su yerno Bres y, para gozar con la mujer, detiene el tiempo para su hermano mientras para ambos amantes pasan nueve meses cuyo fruto es Oengus, su hijo, que significa “fuerza única”. Curiosamente cuando el hermano regresa y se encuentra la criaturilla, nada pregunta. De igual forma Dagda es considerado, entre otras paternidades, el progenitor del rey Bodb y de Cermat, padre de Mac Cuill, uno de los tres soberanos que reinaron en Irlanda. En ocasiones también aparece como padre de Brigit en su triple faz: como dama de la fecundidad, como señora de la medicina y los saberes, y como maestra de la lanza.

Dioses Celtas: Lug

Se cuenta de este dios que nadie podía soportar el resplandor de su rostro, una característica que lo pone en relación con el sol. De hecho su propio nombre indica “luminoso”. Es el señor de las artes, tanto en tiempo de paz como de guerra, tal es así que su lanza siempre acertaba el blanco. Su arco era el arco iris y la vía Láctea se llamaba, en Irlanda, “La cadena de Lug”, lo cual relacionan, algunos estudiosos, con el camino de Santiago. Su presencia en la Galia, Irlanda y País de Gales es muy distinta. Por ejemplo en la Galia se le recuerda poco pero sobre todo se le sigue la pista en el nombre de algunas ciudades: Lugdunum (Lyon: la fortaleza de Lug). Se cuenta que la ciudad fue fundada en la localización designada por el vuelo de unos cuervos. Las ciudades Ludun, Laon, Lugon, Lugo, son muestra de su presencia.En Irlanda, sin embargo, Lug está presente en gran parte de su mitología. Se cuenta que, una vez que el rey Nuada volvió al trono, tras ser expulsado Bres, y en medio de una guerra de represalias entre los Tuatha Dé y los Fomore, Lug apareció en solitario ante la puerta del castillo de Nuada y el portero le preguntó qué cualidades pretendía tener para ser admitido entre los dioses. Lug dice, por el siguiente orden, que es “carpintero, herrero, soldado, arpista, poeta, brujo, médico, posadero y broncista”. Sin embargo el portero no le deja pasar pues le contesta que, dentro, ya hay dioses con todas esas capacidades, a lo que Lug matiza que él también las tiene, pero todas juntas. Entonces se le permite pasar y el rey Nuada le desafía a una partida de ajedrez, que Lug gana. Nuada le concede entonces de forma simbólica el trono y lo declara “Samhildanach”, osea, “politécnico” y le deja quedar, en pie, a su lado. A partir de aquí Lug se encarga de hacer el inventario para las batallas y organizar los combates. Lug está armado con una lanza y con una honda. Con esta última mata al gigante Balor, su abuelo materno, reventándole el ojo con una piedra, una de las principales razones por la que fue llamado Lug Lam-Fada “de larga mano”. Tras perder su última batalla, Bres se somete a los dioses irlandeses y promete, a cambio de su vida, prosperidad eterna para Irlanda. En este país se celebra, el 1 de agosto, “Lugnasad” o asamblea de Lug, que algunos eruditos definen como la boda de Lug con la Diosa-Madre. Esta fiesta siguió existiendo hasta después de la cristianización en Irlanda. Finalmente, y respecto al País de Gales, el equivalente es Lleu Llaw Gyffes “el de la mano viva”. Aparece en el Mabinogion de Math, como el hijo incestuoso de Gwydion, el Dagda galés, y de Arianrhod (“Rueda de Plata”), su hermana. Al nacer, Lleu es escondido por su padre y educado en secreto. Una vez ha crecido, su madre lo maldice más, a pesar de esta maldición que le prohibe, entre otras cosas, casarse con una mujer nacida de un hombre, se une a Blodeuwedd (“rostro de flor”), nacida de la magia de Gwydion y del rey Math. La historia no tiene un buen final pues resulta que Blodeuwedd no le es fiel y toma como amante a Gronw Pebyr quien, tratando de matar al honrado esposo, le hiere con una lanza. Lleu se salva, sana y mata a su rival con un golpe de lanza mágica. En lo que respecta a la esposa infiel, es castigada convirtiéndola en lechuza

miércoles, 16 de noviembre de 2011




La cruz celta es un icono religioso que combina una cruz cristiana con un círculo rodeando su intersección. Se remonta a los primeros tiempos del cristianismo en Irlanda, donde constituyó el diseño básico de las famosas high crosses: altas cruces monumentales hechas de piedra y ricamente ornamentadas con motivos de arte céltico insular.

Esencialmente no es sino una cruz cristiana con el significado que le es propio. La finalidad del anillo, sin embargo, continúa siendo un misterio en torno al cual se ha especulado mucho.
Una leyenda popular en Irlanda afirma que la cruz "celta" fue introducida por San Patricio u otro santo irlandés durante la evangelización de los paganos de la isla, pero no subsiste ninguna cruz procedente de esa temprana época. También se dice que San Patricio unió el símbolo cristiano a una representación circular del sol o de la luna, vinculando así el significado de la cruz a la espiritualidad pagana a fin de transmitir mejor su mensaje. Otros consideran más probable un origen en cruces con coronas de hojas o flores en torno a su intersección.
La explicación aceptada por la mayoría de historiadores, sin embargo, resulta menos prosaica: el anillo habría sido inicialmente un mero recurso de los escultores para asegurar la estabilidad de las cruces, convirtiéndose luego en un elemento decorativo.
Sus funciones eran religiosas y conmemorativas. Se alzaban en el exterior de los monasterios y lugares de culto cristianos, a modo de monumentos identificativos y centros de predicación. Muchas eran asimismo un símbolo de estatus relacionado con determinados personajes ilustres (abades y patrocinadores). Se desconoce cualquier otro uso que pudieran haber tenido

No todas las high crosses poseen el característico anillo, aunque sí la mayoría.
En cuanto a sus grabados, las más tempranas sólo muestran entrelazados y diseños geométricos propios del arte nativo de las islas británicas, pero a partir de los siglos IX y X aparecen representaciones figurativas de escenas bíblicas. Estas cruces son llamadas Scriptures crosses ("Cruces de las Escrituras") y su complejidad es tal que se las ha llegado a definir como "sermones en piedra".
Las cruces de Inglaterra presentan una estética mixta, fusionada con la tradición similar de las cruces anglosajonas.


Las primeras cruces datan del siglo VII y no son high crosses, sino grabados en grandes piedras planas extendidas en el suelo. Las cruces propiamente dichas fueron erigidas por los monjes irlandeses al menos desde el siglo VIII, primero en Irlanda (donde sobreviven la mayoría) y más tarde en Gran Bretaña(conservándose en Cornualles, Gales, Northumbria, Escocia, archipiélago de las Hébridas e isla de Iona).
Las cruces celtas (anilladas) dejaron de erigirse en el siglo XII y la tradición más amplia de las grandes cruces conmemorativas de piedra se interrumpió definitivamente en el siglo XV.
Las cruces celtas fueron resucitadas mucho más tarde durante el llamado "renacimiento celta" (celtic revival) del siglo XIX, muy influido por el romanticismo y por el nacionalismo irlandés. Desde entonces vuelven a alzarse cruces celtas en Irlanda, sobre todo con propósitos funerarios (reminiscencia de su antiguo uso conmemorativo). El símbolo en sí se ha convertido en un típico emblema irlandés y como tal aparece en joyería, logotipos, etc.
Una forma estilizada de la cruz celta parecida a una cruz solar es empleada actualmente por diversos grupos ultraderechistas, neonazis y supremacistas de Europa y del resto del mundo. Este uso se sitúa en un marco de recuperación de símbolos paganos (en el caso de la cruz celta, un símbolo cristiano primitivo visto como herencia pagana) para legitimar ideologías identitarias, en una voluntad de rechazo a las religiones procedentes del tronco semítico y de retorno a las culturas de los viejos pueblos europeos precristianos.






La cruz celta es un icono religioso que combina una cruz cristiana con un círculo rodeando su intersección. Se remonta a los primeros tiempos del cristianismo en Irlanda, donde constituyó el diseño básico de las famosas high crosses: altas cruces monumentales hechas de piedra y ricamente ornamentadas con motivos de arte céltico insular.

Esencialmente no es sino una cruz cristiana con el significado que le es propio. La finalidad del anillo, sin embargo, continúa siendo un misterio en torno al cual se ha especulado mucho.
Una leyenda popular en Irlanda afirma que la cruz "celta" fue introducida por San Patricio u otro santo irlandés durante la evangelización de los paganos de la isla, pero no subsiste ninguna cruz procedente de esa temprana época. También se dice que San Patricio unió el símbolo cristiano a una representación circular del sol o de la luna, vinculando así el significado de la cruz a la espiritualidad pagana a fin de transmitir mejor su mensaje. Otros consideran más probable un origen en cruces con coronas de hojas o flores en torno a su intersección.
La explicación aceptada por la mayoría de historiadores, sin embargo, resulta menos prosaica: el anillo habría sido inicialmente un mero recurso de los escultores para asegurar la estabilidad de las cruces, convirtiéndose luego en un elemento decorativo.
Sus funciones eran religiosas y conmemorativas. Se alzaban en el exterior de los monasterios y lugares de culto cristianos, a modo de monumentos identificativos y centros de predicación. Muchas eran asimismo un símbolo de estatus relacionado con determinados personajes ilustres (abades y patrocinadores). Se desconoce cualquier otro uso que pudieran haber tenido

No todas las high crosses poseen el característico anillo, aunque sí la mayoría.
En cuanto a sus grabados, las más tempranas sólo muestran entrelazados y diseños geométricos propios del arte nativo de las islas británicas, pero a partir de los siglos IX y X aparecen representaciones figurativas de escenas bíblicas. Estas cruces son llamadas Scriptures crosses ("Cruces de las Escrituras") y su complejidad es tal que se las ha llegado a definir como "sermones en piedra".
Las cruces de Inglaterra presentan una estética mixta, fusionada con la tradición similar de las cruces anglosajonas.


Las primeras cruces datan del siglo VII y no son high crosses, sino grabados en grandes piedras planas extendidas en el suelo. Las cruces propiamente dichas fueron erigidas por los monjes irlandeses al menos desde el siglo VIII, primero en Irlanda (donde sobreviven la mayoría) y más tarde en Gran Bretaña(conservándose en Cornualles, Gales, Northumbria, Escocia, archipiélago de las Hébridas e isla de Iona).
Las cruces celtas (anilladas) dejaron de erigirse en el siglo XII y la tradición más amplia de las grandes cruces conmemorativas de piedra se interrumpió definitivamente en el siglo XV.
Las cruces celtas fueron resucitadas mucho más tarde durante el llamado "renacimiento celta" (celtic revival) del siglo XIX, muy influido por el romanticismo y por el nacionalismo irlandés. Desde entonces vuelven a alzarse cruces celtas en Irlanda, sobre todo con propósitos funerarios (reminiscencia de su antiguo uso conmemorativo). El símbolo en sí se ha convertido en un típico emblema irlandés y como tal aparece en joyería, logotipos, etc.
Una forma estilizada de la cruz celta parecida a una cruz solar es empleada actualmente por diversos grupos ultraderechistas, neonazis y supremacistas de Europa y del resto del mundo. Este uso se sitúa en un marco de recuperación de símbolos paganos (en el caso de la cruz celta, un símbolo cristiano primitivo visto como herencia pagana) para legitimar ideologías identitarias, en una voluntad de rechazo a las religiones procedentes del tronco semítico y de retorno a las culturas de los viejos pueblos europeos precristianos.



martes, 15 de noviembre de 2011

EL NACIMIENTO DE FINN MAC CUMHAILL

Cumhall MacArt fue un gran campeón en el oeste de Irlanda, y se profetizó sobre él que si llegaba a casarse hallaría la muerte en la siguiente batalla que librase.

Por ese motivo no tenía esposa y no conoció mujer durante largo tiempo. Hasta que, un día, vio a la hija del rey, la cual era tan bella que Cumhal se olvidó de todos sus temores y la desposó en secreto.
Al día siguiente del matrimonio, llegaron nuevas de que había que entablar una batalla.
Sucedió también que un druida le había dicho al rey que el vastago de su hija le arrebataría el reino; de modo que resolvió vigilar a su hija y no dejar que ningún hombre se le aproximara.
Antes de entrar en combate, Cumhal le contó todo a su madre, le habló de sus relaciones con la hija del rey. Le dijo:
-Hoy moriré en la batalla, según la profecía del druida, y temo que si la princesa tiene un niño el rey lo matará, pues dice la profecía que perderá el reino a causa del vas­tago de su propia hija. En caso de que la hija del rey tenga un varón, ocúltalo y crí

Cumhall 

alo, si puedes; tú serás su única esperanza y sostén.
Cumhal pereció en la batalla, y ese mismo año la hija del rey tuvo un varón.
Por orden de su abuelo, el mismo día de su nacimiento

.El niño fue arrojado a un lago por una de las ventanas del castillo para que se ahogase.
El bebé se hundió y desapareció de la vista, pero tras permanecermanecer algún tiempo bajo el agua volvió a emerger y gano la orilla sujeto a un salmón vivo.
La m adre de Cumhal, abuela del niño, permanecía vigilante junto a la orilla y al contemplar aquello se dijo: «Es mi nieto oto, el verdadero vastago de mi propio hijo.» Y lomando al niño se escapó con él, desapareciendo antes de que los hombres del rey pudieran detenerla.
Cuando el rey supo que la anciana había escapado con el hijo de la princesa, montó en cólera y ordenó que se dieta muerte a todos los varones nacidos aquel día en el reino, esperando de este modo matar a su propio nieto y conser­var la corona.
Tras desaparecer de la orilla del lago, la anciana, madre de Cumhal, se adentró en un espeso bosque donde pasó la noche lo mejor que pudo. Al día siguiente llegó junto a un gran roble. Entonces contrató a un hombre para que hicie­ra una recámara dentro del árbol.
Cuando hubo terminado, y quedó en el roble espacio suficiente para ella y su nieto, así como para un cachorro -de la misma edad que el muchacho-, que ella había traído del castillo, la anciana le dijo al hombre:
-Dame ese hacha que llevas, hay algo aquí que quiero arreglar.
El hombre puso el hacha en sus manos y en ese instante la mujer le cortó la cabeza diciendo:
-Ahora ya no le hablarás a nadie de este lugar.
Un día, el cachorro se comió algunas de las virutas (bran) que habían quedado cuando el hombre vació el árbol. La anciana dijo:
-Por esto, en adelante, te llamarás Bran.
Los tres vivieron juntos en el árbol, y la anciana no sacó
a su nieto al exterior hasta pasados cinco años; al haber permanecido tanto tiempo sentado dentro del árbol, el niño no podía caminar.
Un día, cuando la anciana hubo enseñado a caminar al niño, lo llevó a la cresta de una colina desde la que des­cendía una larga ladera. Tomó una vara y dijo:
-Ahora, baja corriendo. Yo te seguiré y te golpearé con esta vara; al subir yo correré delante, y tú me gol­pearás cuantas veces puedas.
La primera vez que descendieron, la abuela lo golpeó muchas veces. Al ascender la primera vez, él no alcanzó a golpearla en ninguna ocasión. Cada vez que descendían ella lo golpeaba menos y cada vez que subían él la golpea­ba más.
Estuvieron tres días bajando y subiendo, y al cabo de este tiempo ella no pudo golpearlo ni una vez y él le pro­pinaba un golpe a cada paso que ella daba. Se había con­vertido en un gran corredor.
Cuando el muchacho cumplió quince años, la anciana lo acompañó a un juego de hurling entre los hombres de su abuelo y los de un rey vecino. Ambos bandos estaban igualados en pericia, y ninguno era capaz de ganar hasta que el muchacho se opuso a las huestes de su abuelo. Entonces ganó todos los juegos.
Cuando la pelota era lan­zada al aire, él la golpeaba al descender, y esto sucedió una y otra vez, sin dejar nunca que la pelota tocara el suelo hasta hacer que franquease la barrera.
El viejo rey, que estaba muy furioso y humillado por la derrota de los suyos, exclamó al ver al muchacho, que era muy bello y tenía el cabello blanco:
-¿Quién es ese fin cumhal (gorro blanco)?
-Ah, eso es. Se llamará Finn, pues Finn Mac Cumhaill es -dijo la anciana para sí.
El rey ordenó a sus guerreros que prendieran al mucha-

le diesen muerte allí mismo. La anciana corrió junto
. mi nieto. Ambos se escabulleron entre la multitud y
emprendieron la huida, franqueando una colina a cada sal-to, un valle a cada paso y treinta y dos millas a cada zan­ cuda.
Recorrieron un gran trecho hasta que Finn se cansó; entonces la anciana se lo echó a la espalda, introduciendo
ir pies en los dos bolsillos de su traje, uno a cada lado, y
I puso a correr con la misma ligereza que antes, una coli-
na a cada salto, un valle a cada paso y treinta y dos millas
a cada zancada.
Pasado un tiempo, la anciana presintió la proximidad de los perseguidores y le dijo a Finn: -Mira a tu espalda y dime lo que ves. -Veo -dijo él- un caballo blanco con un campeón
en la grupa.
-Oh, nada temas -replicó ella-, un caballo blanco no tiene resistencia, nunca nos alcanzará. De él estamos a
salvo.
Y siguieron corriendo. Por segunda vez ella sintió la proximidad de los perseguidores y le dijo nuevamente:
-Mira a tu espalda y dime quién viene.
Finn miró hacia atrás y respondió:
-Veo a un guerrero cabalgando sobre un caballo
marrón.
-Nada temas -aseguró la anciana-, no hay caballo marrón que no sea atolondrado. No puede alcanzarnos.
Siguió corriendo como antes. Por tercera vez dijo:
-Mira a tu espalda y dime quién viene ahora.
Finn miró para luego contestar:
-Veo a un guerrero negro sobre un corcel negro, que nos sigue a toda prisa.
-No hay caballo más resistente que un caballo negro -dijo la abuela-. De éste no hay escapatoria. Nieto, uno de los dos, o ambos, ha de morir. Yo soy vieja y mi hora
casi ha llegado. Moriré; salvaos tú y Bran (Bran había estado con ellos todo el tiempo). Justo delante de aquí hay una turbera profunda, que me cubrirá hasta el cuello, y cuando vengan los hombres del rey les diré que tú estás en la turbera debajo de mí, tan hondo que no se te ve, y que estoy intentando encontrarte.
Puesto que tu cabello y el mío son del mismo color, se conformarán con llevar mi cabeza. Me la cortarán, se la llevarán en lugar de la tuya y se la mostrarán al rey. Esto aplacará su cólera.
Bajando al suelo, Finn se despidió de su abuela y salió corriendo junto a Bran. La anciana se dirigió a la turbera, saltó en ella y se hundió hasta el cuello. Los hombres del rey no tardaron en llegar hasta el borde de la turbera, y el jinete negro le gritó a la anciana:
-¿Dónde está Finn?
—Está aquí debajo, en la turbera, y trato de encontrarlo.
Como los jinetes no pudieron encontrar a Finn y pensaron que bastaría con llevar la cabeza de la anciana, se la cortaron y la llevaron consigo, diciéndose:
—Esto satisfará al rey.
Finn y Bran siguieron corriendo hasta llegar a una enorme cueva, en la que encontraron un rebaño de cabras. En el otro extremo de la cueva ardía fuego. Los dos se echaron a descansar. Dos horas más tarde, entró un gigante que llevaba un salmón en la mano. El gigante era terriblemente alto, pero no tenía más que un ojo, en medio de la frente, tan grande como el sol del cielo.
Cuando vio a Finn, exclamó:
—Tú, coge este salmón y ásalo; pero ten cuidado, porque si haces que le salga una sola ampolla te cortaré la cabeza. He seguido a este salmón durante tres días y tres noches sin tregua y jamás dejé que escapara de mi vista, pues es el salmón más extraordinario del mundo.
42

líl gigante se echó a dormir en medio de la cueva. Finn esperi el salmón y lo sostuvo sobre el fuego.
Apenas cerrado el único ojo de su cabeza, el gigante comenzo a roncar.
Cada vez que introducía aire en su cuerpo, arrastraba hacia su boca a Finn, el espetón, el salmón, a Bran y a todas las cabras, y cada vez que exhalaba aire lucra de sí, arrojaba todo al lugar anterior.
Una y otra vez, Finn se vio arrastrado hacia la boca del gigante con tal fuerza que temía acabar dentro de su gaznate.
Cuando estaba en parte asado, apareció una ampolla sobre el salmón.
Finn apretó el sitio con su pulgar, por si había modo de romper la ampolla y ocultarle al gigante el daño causado.
Pero se le quemó el dedo y, para calmar el dolor, se lo puso entre los dientes y royó la piel hasta la carne, la carne hasta el hueso y el hueso hasta la médula, y cuando probó la médula recibió conocimiento de todas las cosas.
Al instante se vio arrastrado por el aliento del gigante hasta su misma cara y, sabiendo lo que tenía que hacer, gracias a su pulgar, hundió el espetón ardiente en el ojo del dormido gigante y se lo destrozó.
En este mismo momento el gigante, de un solo salto, estaba en la entrada de la cueva y, erguido con la espalda contra el muro y un pie a cada lado de la abertura, rugió:
—No saldrás vivo de aquí.
Entonces Finn mató la mayor de las cabras, la despellejó lo más rápido que pudo y, poniéndose la piel por encima, condujo el rebaño hasta donde estaba el gigante.
Las cabras pasaron una a una entre sus piernas, pero cuando le tocó el turno a la cabra mayor el gigante la tomó de los cuernos. Finn se deslizó fuera de la piel y salió
corriendo.
—Oh, te has escapado —dijo el gigante—, pero antes de despedirnos deja que te haga un regalo.
—Tengo miedo de acercarme a ti —dijo Finn—; si
quieres hacerme un regalo ponlo ahí y luego vuelve adon­de estás.
El gigante puso un anillo en el suelo y luego volvió adonde estaba.
Finn tomó el anillo y se lo puso en el extre­mo del dedo meñique, por encima de la primera articula­ción. El anillo se aferró tan firmemente al dedo que nadie hubiese podido arrancarlo de él.
El gigante gritó entonces:
-¿Dónde estás?
-En el dedo de Finn -exclamó el anillo.
Al momento el gigante saltó sobre Finn, con la inten­ción de aplastarlo y hacerle pedazos, y casi cayó sobre su cabeza. Finn se apartó de un brinco.
El gigante volvió a preguntar:
-¿Dónde estás?
-En el dedo de Finn -insistió el anillo.
Una vez más el gigante dio un salto y cayó justo delan­te de Finn. Muchas veces el gigante llamó al anillo y muchas veces estuvo a punto de atrapar a Finn, quien no podía escapar con el anillo en el dedo.
Mientras estaba sumido en esa terrible lucha, sin saber cómo escapar, Bran corrió hasta él y le dijo:
-¿Por qué no chupas tu dedo?
Finn se mordió el dedo hasta llegar a la médula y enton­ces supo lo que debía de hacer.
Tomó el cuchillo con el que había despellejado a la cabra, se cortó el dedo a la altura de la primera articulación y, con el anillo todavía adherido, lo arrojó a una turbera cercana.
Una vez más, el gigante exclamó: -¿Dónde estás? Y el anillo respondió: -En el dedo de Finn.
Al instante el gigante saltó sobre la voz, se hundió has­ta los hombros en la turbera y allí se quedó.

Finn y Bran prosiguieron su camino y viajaron hasta llegar a un bosque denso y profundo, en el que mil caballos arrastraban troncos y unos hombres derribaban arbolen y los dejaban listos para su uso.
¿Qué es esto? -le preguntó Finn al capataz de los
trabajadores.
-Pues estamos construyendo un dun para el rey; construimos uno cada día, y cada noche arde hasta los cimientos.
Nuestro rey tiene una única hija. Le dará la mano al hombre que salve el dun, y a su muerte le legará el reino.
Si alguien intenta salvar el dun y fracasa, deberá pagarlo ron la vida: el rey le cortará la cabeza. Los mejores campeones de Irlanda lo han intentado y han fracasado; ahora yace en las mazmorras del rey todo un ejército de ellos, aguardando a lo que el soberano disponga. En un solo día les cortará la cabeza a todos.
-¿Por qué no te chupas tu dedo? -preguntó Bran. Finn se chupó el dedo hasta la médula y entonces supo que en la parte oriental del mundo vivía una vieja decrépi-la con sus tres hijos, y que cada día, al caer la noche, enviaba al más joven a quemar el dun del rey.
-Yo salvaré el dun del rey -aseguró Finn. -Bien -repuso el capataz-. Hombres mejores que tú lo han intentado y están en trance de perder la vida. -Oh -dijo Finn-, no tengo miedo. Lo intentaré por
la hija del rey.
De modo que Finn, seguido por Bran, fue con el capa­taz a ver al rey.
-Ha llegado a mis oídos que entregarás a tu hija al hombre que salve tu dun -dijo Finn.
-Así es -respondió el monarca-, pero mía será la cabeza de quien fracase.
-Bien -dijo Finn-, por tu hija arriesgaré mi cabeza. Si fracaso me conformaré.

El rey dio comida y bebida a Finn. Éste cenó y, concluida la cena, se dirigió al dun.
—¿Por qué no te chupas tu dedo? —preguntó Bran—. Entonces sabrás exactamente lo que hay que hacer.
Así lo hizo. Después Bran se subió al tejado del dun, para aguardar al hijo de la anciana. Entonces la vieja de Oriente le dijo al menor de sus hijos que se apresurase a partir con las antorchas, quemase el dun y regresara sin demora, pues el puchero de gachas hervía y no debía retrasarse para la cena.
El hijo tomó las antorchas y salió disparado por los aires a una velocidad portentosa. Pronto tuvo a la vista el dun del rey, arrojó las antorchas sobre el tejado de paja y, como de costumbre, le prendió fuego.
En ese momento Bran pegó tal empujón a las antorchas con los hombros que éstas cayeron a un arroyo que discurría alrededor del dun y se apagaron.
—¿Quién ha sido? —exclamó el hijo menor de la vieja—• ¿Quién ha apagado mis antorchas y se ha entremetido en mis derechos ancestrales?
—¡Yo! —respondió Finn, que estaba delante de él.
Entonces se inició una terrible y cruenta batalla entre Finn y el hijo de la anciana. Bran bajó del tejado del dun para ayudar a Finn. Mordió y desgarró la espalda de su enemigo, arrancándole la piel y la carne desde la cabeza hasta los talones.
Tras una lucha encarnizada como no la hubo en el mundo antes de aquella noche, Finn le cortó la cabeza a su enemigo. Pero de no haber sido por Bran, Finn jamás habría triunfado.
La hora del regreso de su hijo había pasado y la cena estaba lista. Impaciente e irritada, la anciana le dijo al segundo de sus hijos:
—Coge tú las antorchas y apresúrate; averigua qué

entretiene a tu hermano. ¡Me las pagará cuando vuelva a . na! Pero guárdate de hacer como él o también tendrás tu merecido.
Date prisa en volver porque el puchero hierve y la cena está lista.
El segundo de los hijos de la anciana partió, se encontró con Finn y fue muerto exactamente de la misma manera que su hermano, salvo que era más fuerte y el combate fue mas feroz.
De no haber sido por Bran, Finn hubiese perdido la vida aquella noche.
La anciana estaba furiosa por el retraso, y le dijo al mayor de sus hijos, que no había salido durante diez años de la casa (sólo lo enviaba en caso de extrema necesidad.
Tenía cabeza de gato y le llamaban Pus an Chuine, «El Gatito del Rincón»; era el mayor y más fuerte de los hermanos):
—Toma las antorchas y ve a ver qué entretiene a tus hermanos. Cuando vuelvan a casa me las pagarán.
El hermano mayor salió disparado por los aires, llegó hasta el dun del rey y arrojó sus antorchas sobre el techo. Apenas habían chamuscado ligeramente la paja cuando Bran las empujó con tal fuerza que cayeron al arroyo y se apagaron.
—¿Quién es —chilló Cabeza de Gato—el que osa interferir en mis derechos ancestrales? —¡Yo! —gritó Finn.
También fue vencido, como los anteriores. En vista de la tardanza la vieja decidió tomar cartas en el asunto, partiendo ella misma con las antorchas incendiarias para culminar la obra que, por lo visto, sus descendientes no habían sido capaces de llevar a término.
Y hubo de enfrentarse a Finn, como es obvio. La bruja profirió un grito que se escuchó en todo el mundo y se enzarzó con el héroe. Entonces tuvo lugar un combate como la Tierra no había conocido hasta aquella noche,
ni ha conocido después. Brotó agua de las piedras grises, las vacas expulsaron violentamente a sus terneros incluso cuando no los tenían y en los rincones más remotos de Irlanda los juncos más duros se volvieron blandos; tan desesperada y terrible fue la lucha entre Finn y la vieja.
De no haber sido por Bran, Finn habría perecido aquella noche.
Justo cuando llegaba la primera luz del día Finn segó la cabeza de la bruja y, exhausto por los terroríficos comba­tes que había librado, se desplomó, quedando profunda­mente dormido.
Mientras dormía, el mayordomo principal del rey llegó al dun,vio que seguía en pie sin daño alguno y, al ver a Finn allí dormido, supo que él lo había salvado. Bran intentó despertar a Finn, tiró de él y lo empujó, pero no pudo reanimarlo.
El mayordomo fue a ver al rey y le dijo:
-He salvado el dun y reclamo mi recompensa.
-Te será entregada -respondió el monarca.
Y al instante el mayordomo fue reconocido como yerno del rey, y dieron orden de que se preparasen los espon­sales.
Bran había escuchado lo sucedido, y cuando su amo se despertó le dijo lo que estaba teniendo lugar en el castillo del rey. Finn se presentó ante él y le dijo:
-Yo soy quien ha salvado tu dun y a quien le corres­ponde la recompensa; la exijo.
-Oh -respondió el rey-, mi mayordomo ha exigido la recompensa y le ha sido concedida.
-Insisto en que yo he sido el salvador de tu dun y la recompensa es a mí, exclusivamente, a quien le pertenece. Espero que hagas justicia.
-Trato de ser justo, como hago siempre. El ha sido el primero que me ha dicho que el dun estaba a salvo y ha reclamado la recompensa.

Hazlo venir aquí -dijo Finn-. Quiero echarle una mirada
Se mandó buscar al mayordomo y éste vino.
-¿Has salvado tú el dun del rey? -preguntó Finn. -Así ha sido.
-No es cierto, y toma esto por haber mentido -dijo I uní. golpeando al otro con el borde de su mano abierta le separó la cabeza del cuerpo, enviándola al otro lado de la habitación y aplastándola contra el muro como si fuera una masa.
-Has sido tú -le dijo el rey a Finn- quien ha salvado el dun.Tuya es la recompensa. Todos los campeones, y son muchos, que intentaron salvarlo y fracasaron están en las mazmorras de mi fortaleza. Sus cabezas rodarán antes de que se celebre la boda.
-¿Me permites que los vea? -preguntó Finn.
-Te lo permito.
Finn fue a ver a los hombres y encontró en las celdas a los principales campeones de Irlanda.
-Si os salvo de la muerte, ¿me obedeceréis en todo? -preguntó Finn.
-Así lo haremos.
Entonces Finn volvió a presentarse ante el monarca y le preguntó:
-¿Me concederás la vida de esos campeones de Irlan­da a cambio de la mano de tu hija?
-Sí -respondió el rey.
Todos los campeones fueron liberados y ese mismo día se marcharon del castillo del rey. Desde entonces obedecieron ciegamente las órdenes de Finn, y así aquéllos fueron los primeros Fianna de Irlanda .


Original : Jeremiah Curtin.